En 1962 el polaco Roman Polanski se estrenó en el mundo del largometraje con El cuchillo en el agua, una película de poco presupuesto y pocos personajes, pero con muchas posibilidades de convertir a su director en lo que es hoy: uno de los mejores.
En ella vemos a Andrezj (Leon Niemczyk) y Christine (Jolanta Umecka), una pareja que, yendo de camino a pasar el día en su yate, se encuentran con un estudiante (Zygmunt Malanowicz), a quien recogen y se llevan con ellos a pasar el día. Una vez a bordo la tensión entre los dos hombres empezará a notarse, desencadenándose entre ellos una lucha en la que, para ganar, tendrán que dejar patentes sobre el otro sus cualidades varoniles, lo que desembocará en un fatal desenlace.
La película, con un guión bastante trabajado, no tiene especial interés aparte de por ser la carta de presentación de Polanski, pero es llamativa la atmósfera opresiva que el director consigue, paradójicamente, en un escenario abierto como es un lago. También hay que nombrar la carga de erotismo que se genera entre el estudiante y Christine (ésta, por cierto, mujer de extraña belleza), que nos anticipa en cierto modo lo que va a ocurrir.
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