viernes, 30 de diciembre de 2011

THE ARTIST, Michel Hazanavicius (2011) [7,9/10]

Sin ningún lugar a dudas, una de las sorpresas del año en lo que a cine se refiere la constituye la película The artist, del francés Michel Hazanavicius, quien, en plena época de dominio del 3D y el cine digital, se ha atrevido a contarnos una historia acerca de la renovación y la adaptación a un nuevo medio a través de una película muda en blanco y negro.


Cuando uno se sienta en la butaca del cine y la película se empieza a proyectar, se tiene la sensación de viajar en una máquina del tiempo hasta el Hollywood de 1927, donde un exitoso actor llamado George Valentin (Jean Dujardin) se come el mundo a bocados gracias a sus fantásticas películas. El problema viene con la definitiva implantación del cine sonoro, que acaba por desplazar a aquellos expresivos rostros asociados a lo viejo y demanda nuevas caras y, sobretodo, nuevas voces. Es en este contexto donde una bella Peppy Miller (Berenice Bejo), en oposición al olvidado Valentin, desarrolla su meteórica carrera hacia el estrellato cinematográfico. El encuentro entre ambos actores servirá como detonante de una historia que se divierte reflexionando en torno a la mentira que es el cine, desde el falso lunar de la actriz hasta el decorado de cartón-piedra del estudio de rodaje; una historia que nos muestra lo mucho que nos gusta ser engañados por el cine, porque al engañarnos nos maravilla, nos cautiva y nos atrapa.


Autor también del guión del filme, Hazanavicius demuestra ser un grandísimo director en gran parte gracias al material con el que cuenta: imágenes y nada más que imágenes. De esta forma, el uso de la elipsis del que hace gala el director francés sólo puede ser calificado como magistal, sabiendo aprovechar bien las oportunidades que le brinda el cine mudo y logrando transmitir con éxito las emociones que se propone. A este respecto, conviene también mencionar las interpretaciones de todos los actores, por lo general a la altura y únicamente molestando al principio Berenice Bejo, un rostro demasiado actual quizá, pero al que uno acaba por acostumbrarse.


The artist es una arriesgada apuesta que merece por sí misma el reconocimiento internacional, aunque sólo sea por acercar el cine mudo al público general y mantener viva la magia del cine.

sábado, 17 de diciembre de 2011

MELANCOLÍA, Lars von Trier (2011) [5,1/10]

No estaría mintiendo si dijese que iba al cine con ganas de ver la última película de Lars von Trier, pero también es cierto que algo de miedo, alerta y preparación psicológica en mí había.
Y es que según me siento en la butaca y las primeras imágenes de Melancolía se empiezan a pasar ante mí, no puedo menos que temerme lo peor al comprobar que lo que estoy viendo se parece demasiado a El árbol de la vida, de Terrence Malick. Las escenas iniciales a cámara superlenta remiten a lo onírico, y es imposible no acordarse del anterior trabajo del director danés, Anticristo. Poesía y belleza gafapasta es lo que abunda en el prólogo de Melancolía, por lo general un coñazo de considerables dimensiones cuyo final es lo único que transmite algo de lo que pretende transmitir.
Superadas las hermosas escenas con las que abre la historia, en el primer acto ya aparece el sello del director mediante su realización característica, de cámara al hombro y sencillez técnica, y si antes nos acordábamos de El árbol de la vida y de Anticristo ahora lo hacemos de Celebración, un filme también dogma de Thomas Vinterberg, porque la acción se sitúa en la boda de la joven y no demasiado feliz Justine (Kirsten Dunst) en un ambiente familiar de clase alta que también sirve al director para criticar y reirse de algunas costumbres y comportamientos propios de nuestra sociedad.
Von Trier expone su particular Apocalipsis de forma poco convincente para el espectador, siendo que uno tiene la sensación de que realmente no está sucediendo nada de nada, y sólo queda bostezar o echarse una buena siesta en el mejor de los casos.
Hay momentos de gracietas que no vienen a cuento y toda una mitad de la película rozando lo irrelevante. Interpretaciones correctas de un atractivo reparto y un igualmente atractivo escotazo de Kirsten Dunst son algunos de los pocos elementos que pueden hacer mínimamente aceptable Melancolía de Lars von Trier.

martes, 6 de diciembre de 2011

UN DIOS SALVAJE, Roman Polanski (2011) [5,8/10]

Lo malo de ir al cine con altas expectativas es que, si éstas no se cumplen, el batacazo puede ser realmente doloroso, más aún si se trata de un director al que tienes una grandísima estima.


Es lo que me pasó con Un dios salvaje, una historia acerca de la hipocresía y los falsos buenos modales que imperan en la sociedad de hoy.

Coincido con muchas personas en que Un Dios salvaje, la última película de Roman Polanski es “una película imprevisible”, pero de lo estúpidas que son algunas de sus situaciones y muchas de las reacciones de sus personajes.


La historia empieza muy bien, tiene sus puntos, uno se ríe e incluso emite sonoras carcajadas. Pero llegado cierto momento se pasa tres pueblos y no es creíble en absoluto, se vuelve inverosímil por completo. Claro que, tampoco sé hasta qué punto el director polaco ha querido ser fiel a la obra de teatro original de Yasmina Reza, dado que no la he visto, sólo sé que la película deja que desear.


Las interpretaciones de los cuatro actores principales son correctas y profesionales, únicamente molestando por momentos la gran Jodie Foster, a quien los años tampoco perdonan, todo hay que decirlo.


Se agradece la capacidad de Polanski (todo un maestro) para acomodarse a una puesta en escena de notable sencillez, la cual ya demostró en su debut cinematográfico Cuchillo en el agua; pero creo que la calidad no es comparable ni mucho menos a otras películas similares como, por citar sólo un ejemplo, La cena de los idiotas, basada también en una obra de teatro de su propio director, Francis Veber.


Polanski logra crear una atmósfera adecuada y dirige bien a sus actores, pero quizá hubiese sido mejor haber adaptado a la gran pantalla otra historia con más jugo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

UMBERTO D, Vittorio de Sica (1952) [7,2/10]

En 1952, el combo Zavattini-de Sica se volvió a juntar para ofrecer otra obra cumbre del neorrealismo italiano, Umberto D. No llega, por supuesto, al nivel de emoción que logró en mí Ladrón de bicicletas, pero es igualmente un filme muy emotivo y con mucha clase.


Umberto D es una película vitalista, que invita a vivir la vida en su máxima plenitud, pero constituye todo un drama vivido por una sociedad recién salida de una terrible guerra. En ella se muestra concretamente la vulnerabilidad de los abuelitos, pero también la de los más jóvenes, descubriendo que, al final, la condición que determina un nivel de vida digno o indigno es el tener dinero o carecer por completo de él.


Umberto D cuenta la historia de un jubilado al que apenas le alcanza con su mísera pensión para tirar hacia delante. La sola compañía de su dócil perro Flike será todo con lo que cuente para hacer frente a la tiránica casera, que le quiere echar de su casa cuanto antes, y hará que don Umberto tenga que pasar por las más patéticas de las humillaciones a las que un ser humano puede verse sometido.


Esta obra neorrealista de Vittorio de Sica trata un tema dolorosamente actual, como es el del deshaucio, el cual se torna absolutamente trágico cuando se trata de personas tan indefensas como los ancianos. Aunque la fórmula es característica del neorrealismo y en ella ha basado este movimiento gran parte de su éxito, he de señalar que, en esta película, el empleo de actores no profesionales no termina de cuajar. Las interpretaciones chirrían por momentos y, lejos de contagiar el dramatismo que se espera, acaban por actuar como su cortafuegos en algunas ocasiones.


La envolvente música de Alessandro Cicognini hace que pensemos en Umberto D como en toda una definición de cine de calidad, bien hecho y emocionante.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

ARROZ AMARGO, Giuseppe de Santis (1949) [8/10]

La obra maestra del director italiano Giuseppe de Santis es Arroz amargo, una trágica historia enmarcada dentro del neorrealismo que nos habla de la unidad de clase, del interés personal en busca de riqueza y de la traición a las personas a quienes más unidos estamos.
Producida por el gran Dino de Laurentis, Arroz amargo cuenta la historia de Francesca (Doris Dowling) y Walter (Vittorio Gassman), dos fugitivos de la justicia que se camuflan entre la multitud de arroceras que, como cada año, acudirán a Vercelli a recoger la cosecha de arroz. Aparecerá en escena la sensual y erótica Silvana (Silvana Mangano), actuando como catalizador para que se desborde la tragedia en el triángulo y toda una suerte de traiciones, dobles intenciones e intereses tendrán lugar. Raf Vallone completa el reparto en el papel de un sargento a punto de retirarse, en una genial película de melodrama social, donde las emociones se ponen a flor de piel y cada personaje buscará su propia redención.
Arroz amargo presenta la calidad emotiva y de realización que siempre caracterizó al neorrealismo italiano, con una interpretación ejemplar por parte de los actores, destacando especialmente la belleza de las dos protagonistas femeninas, que se comen la pantalla con esos preciosos ojos en el caso de Dowling y con unas excitantes y eróticas poses en el caso de Mangano.

viernes, 25 de noviembre de 2011

UN MÉTODO PELIGROSO, David Cronenberg (2011) [6,7/10]

Basándose en una novela de John Kerr, el guionista Christopher Hampton dirigió la obra de teatro The Talking Cure, la cual ha adaptado al cine de la mano del respetado director David Cronenberg.


Un método peligroso es un drama de época basado en hechos reales que cuenta la historia del triángulo formado por Sigmund Freud (Viggo Mortensen), Carl Gustav Jung (Michael Fassbender) y Sabina Speilrein (Keira Knightley), psiquiatras y paciente respectivamente, entre los que la química estalla y empiezan a florecer las más rígidas de las tensiones.


Un método peligroso habla de la libertad y su auto-represión, sobre hasta qué punto hemos de reprimir nuestros anárquicos instintos o dejarlos galopar libertinamente, haciendo sonrojar al mismísimo Marqués de Sade. Lo hace además centrándose en la sexualidad y la pasión sexual, posiblemente la más humana e intensa de las sensaciones y, en cualquier caso, muy relacionada con el psicoanálisis y el subconsciente.


David Cronenberg logra una atmósfera elegante, sus grandiosos planos denotan calidad y transmiten con fuerza, estando algunos de sus fallos (aunque también grandes aciertos) en el guión. Y es que echo en falta un mayor desarrollo de los sentimientos de Jung hacia Sabina, siendo que no me creo su supuesta atracción hacia ella ni a la de tres. Tanto es así, que la película llega a hacerse corta, uno acaba ahí sentado con la sensación de que le han cortado la historia a la mitad.


No obstante lo dicho, debe quedar claro que la interpretación de los tres actores principales, así como la breve pero importantísima aparición reservada al libertino personaje de Vincent Cassel, es notable como mínimo, destacándose Fassbender como alguien que se empieza a abrir hueco entre los más reclamados para la gran pantalla. Es cierto que se esperaba más de esta película, y que deja un poco con la miel en los labios, pero aún así se deja ver.

domingo, 20 de noviembre de 2011

SENDEROS DE GLORIA, Stanley Kubrick (1957) [8,3/10]


Al igual que haría treinta años después con La chaqueta metálica, en 1957 Kubrick dejó patente sus sentimiento antibelicista y antimilitarista en una de las mejores películas de la Historia del Cine, como es Senderos de gloria, basada en una novela de Humphrey Cobb.

En ella, el director denuncia la jerarquía y la indefensión de los subordinados frente a sus superiores, así como la impunidad de la que éstos gozan desde sus poltronas. Mediante una durísima y trágica historia ambientada en la I Guerra Munial, Kubrick nos habla de lo peligroso de la autoridad y la deshumanización de las masas, las cuales se reducen a mera carne de cañón y son tratadas como escoria, pura estadística, a la que de vez en cuando conviene escarmentar de las maneras más sádicas y monstruosas.

Así, la trama se reduce a la condena a muerte de tres soldados del Ejército Francés acusados de cobardía frente al enemigo, lo cual ha de servir de escarmiento al resto de soldados.

La realización es muy clásica, destacando especialmente los travellings en el campo de batalla y el trabajo de Georg Krause, el director de fotografía; y las escenas quitan el hipo y encierran el corazón en un puño.

Basada en un hecho real, la película tardó en poder ser exhibida en Francia debido a la imagen que ofrece del Ejército Francés, y su escena final es conocida por su humanidad y emoción.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN, Asghar Farhadi (2011) [7,3/10]

En los últimos años, parece que estamos asistiendo al pausado auge de las cinematografías no occidentales. Las carteleras de determinados cines se llenan de producciones egipcias, libanesas y, valoradas especialmente, las iraníes, hasta el punto de que parece que toda producción procedente de algún país asiático de nombre impronunciable es automáticamente una buena película cuando no, sencillamente, una obra maestra. El caso de Irán es especialmente significativo porque, al parecer, las condiciones políticas no son las más favorables para la creación artística, y ahí tenemos el caso de Panahi, de ahí que sea especialmente la cinematografía de ese país y el talento de sus directores los que se vienen reivindicando y aclamando en los festivales últimamente.


Es en ese contexto en el que nos encontramos con Nader y Simin, una separación, de Asghar Farhadi, ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín de este año, uno de los templos del gafapastismo mundial.



Farhadi es un hombre que viene del teatro y que posee una particular visión acerca de la sociedad iraní, y así pretende mostrarla en esta película escrita por él mismo en el que la aparentemente normal separación de un matrimonio desemboca, mediante una trágica sucesión de causa-efecto, en un estallido emocional de importante índole para sus personajes. Así, el mejor aspecto del filme es su guión, perfectamente hilado y desarrollado, con interesantes y efectivos giros y capaz de mantener la tensión. Farhadi formula preguntas al espectador y le hace reflexionar acerca de las grandes dimensiones que pueden tener las consecuencias de nuestros actos más nimios e inconscientes.



En Nader y Simin, una separación se dibujan temas como el perdón, la justicia o la venganza, usando como lienzo la sociedad iraní que nos presenta Farhadi, rompiendo estereotipos con mujeres fumadoras y conductoras en unos casos, y confirmándolos con mujeres religiosas y sumisas en otros. Además, el autor deja hueco para dar testimonio de la existencia de clases sociales en Irán, y la manera en que la pertenencia a una u otra de ellas afecta a la hora de recibir justicia y desenvolverse en la vida en general.



Como ya decimos, el director hace preguntas al espectador, pero uno tiene la sensación de que, más que la intención de no dárselo a éste todo mascado, lo que subyace es el miedo a mojarse y el querer tirar por lo cómodo jugando al despiste en la última escena, la cual tiene más de trampa pretenciosa que de verdadero golpe artístico al servicio de la historia.



sábado, 12 de noviembre de 2011

ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO, Milos Forman (1975) [7,7/10]

Una de las películas más bonitas acerca de a libertad que he visto últimamente es Alguien voló sobre el nido del cuco, del checoslovaco Milos Forman, basada en una novela de Ken Kesey. Encuentro formidable que se presente la libertad ligada a la desobediencia, a la rebelión contra las instituciones que oprimen al ser humano.

Para ello, la historia se sirve de la manida metáfora de equiparar la totalidad de la sociedad a un pequeño manicomio, que lleva a la obligada pregunta de quién es el loco aquí. De hecho, salvo excepciones, la totalidad de la película se desarrolla en el interior del manicomio, y uno termina de ver la película de Forman con la sensación de que lo que falta aquí son locos idealistas que nos ayuden a salirnos de la rutina, que nos enseñen a disfrutar. En definitiva, que nos hagan vivir.

El protagonista de la historia es Randle McMurphy, interpretado por un ya típico Jack Nicholson, que llega a un centro psiquiátrico, donde, pasando por encima de la rígida e inexpresiva enfermera Ratched (Louise Fletcher), muestra a sus compañeros de "prisión" los valores de la vida y la importancia de la libertad para el ser humano.

La interpretación de todos los actores es adecuada, siendo que muchos de ellos pasarán posteriormente a engrosar las filas de los actores más consolidados de Hollywood, como es el caso de Danny de Vito o Christopher Lloyd.

La preciosa música de Jack Nitzsche huele a libertad, y acompaña a una realización sobria, no pretenciosa, que logra una correcta atmósfera fría gracias a la fotografía de Haskell Wexler. La puesta en escena, recordará más adelante a la que utilice Kubrick para La chaqueta metálica.

martes, 8 de noviembre de 2011

ALPHAVILLE, Jean-Luc Godard (1965) [7/10]

En 1965 Jean-Luc Godard presentó Alphaville, una película de ciencia-ficción ambientada en un futuro distópico en el que la técnica lo domina todo y la emoción no tiene cabida. La gente no sabe amar, se afirma negando con la cabeza y toda persona ha de seguir el patrón “normal” so pena de ser ejecutado de las más pintorescas maneras.


En este contexto, el agente secreto Lemmy Caution (Eddie Constantine) tiene la misión de ir a Alphaville en busca del profesor von Braun.


La realización es sencillamente increíble, con unos planos tan largos como magistrales y esos saltos de eje tan característicos del rey de la nouvelle-vague. Con esta película, Godard juega a hacer cine, demostrando que conoce el lenguaje cinematográfico de cabo a rabo hasta el punto de ponerse a filosofar con él de la forma más pedante posible. En este sentido, es interesante destacar la presencia de elementos característicos del cine abstracto, con esos juegos de luces y formas.


El director nos habla de la importancia que tienen el amor y el carpe diem, sin los cuales el ser humano se deshumaniza hasta parecer un zombi robotizado.


La película se hace entretenida la mayor parte del tiempo, siendo particularmente incómoda en los momentos en que se escucha la horrible voz de Alpha 60, al parecer cedida por un enfermo de cáncer de laringe. La belleza personificada que es Anna Karina, sin embargo, constituye uno de los puntos más agradables del filme, especialmente en esos primeros planos tan genialmente iluminados que el realizador consigue gracias al trabajo de Raoul Coutard, el director de fotografía.


La envolvente música de Paul Misraki logra la atmósfera y tensión adecuadas para construir un filme que bebe del cine negro clásico hollywoodiense, a pesar de que en el personaje interpretado por Constantine veo a un vejestorio más que a un detective. No obstante, quizá fuese eso precisamente lo que pretendiese Godard.

viernes, 4 de noviembre de 2011

TODO SOBRE MI MADRE, Pedro Almodóvar (1999) [7,1/10]

Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar, es una bonita película que gira en torno al que es, con toda seguridad, el amor más fuerte que existe sobre la faz de la Tierra: el que siente una madre hacia su hijo. Así, el director manchego nos habla de la maternidad, la cual extrapola a su conocido universo particular de putas, travestis y horterísima posmodernidad.


La trama se centra en Manuela (Cecilia Roth), una mujer que, tras perder a su hijo en un accidente, decide volver a Barcelona para contárselo a su padre, a quien no ve desde el nacimiento de la criatura y a quien el niño siempre quiso conocer.


La película es aceptable a lo largo de todo el metraje, sosteniéndose sobre todo gracias al excelente trabajo de las actrices, pero finalmente asistimos a un aterrizaje bastante forzoso y cogido ligeramente por los pelos. Y es que la escena del encuentro entre Manuela y el padre del niño es de las cosas más cutres y peor hechas que he visto en mi vida, nada creíble, fatal montado y peor dirigido. Chirría por todos lados, y Almodóvar se pasa cinco pueblos en su melodramatismo.


Lo mejor, aparte del guión en su aspecto más general, es el vestuario y la tan característica puesta en escena, generando esa atmósfera tan identificable al instante con su autor.


La película engancha, y obtuvo un merecido Óscar a la Mejor Película Extranjera además de un Goya, pero, sinceramente, esperaba algo mejor. También es cierto que me falta, por lo menos, la mitad de la información para llegar a entender Todo sobre mi madre en su totalidad, y es que, sé que no tengo perdón de Dios, pero aún no he tenido ocasión de disfrutar de Eva al desnudo, de Joseph L. Mankiewicz.

lunes, 31 de octubre de 2011

POZOS DE AMBICIÓN, Paul Thomas Anderson (2007) [6,7/10]

Basándose en una novela de Upton Sinclair, en 2007 Paul Thomas Anderson estrenó Pozos de ambición, película por la cual Daniel Day-Lewis se llevó el Óscar al Mejor Actor.


Es la historia de un pequeño empresario, un hombre hecho a sí mismo, que empezó de cero y se convirtió en un magnate del petróleo. Un ejemplo para la doctrina liberal, que lucha contra sus competidores pero subordinando todo a su búsqueda de ganancia, incluso su familia, llegando así a la más patética de las autodestrucciones.


Con una música de Jonny Greenwood tan estridente como incómoda, Paul Thomas Anderson dirige una película en la que vuelve a dejar claro que es un gran director, aunque un no-tan-buen guionista, presentándonos una historia, como bien indica la traducción al castellano de There will be blood, acerca de la ambición de un hombre y de cómo esa ambición lo conduce a la locura.


También se señala a la religión como manipuladora de mentes, especialmente las de aquellos que nada tienen, y que constituyen una excelente presa para los charlatanes, ya sean éstos religiosos o económicos.


En su interpretación Daniel Day-Lewis se transforma completamente y da verdadero pavor, aunque por desgracia hay escenas en las que también causa risa involuntaria, siendo éste uno de los grandes fallos de la película. Otro es su extensísima duración. La película se hace condenadamente larga, y hay momentos en los que no se entienden las reacciones de los personajes.


Sin ninguna duda, uno de los mejores aspectos del filme es su arranque, silencioso, dejando trabajar a la imagen, haciendo Anderson cine de verdad.

jueves, 27 de octubre de 2011

MAGNOLIA, Paul Thomas Anderson (1999) [7,9/10]


Magnolia, dirigida por Paul Thomas Anderson, es una brillante película acerca de cómo se dan las relaciones personales en nuestra sociedad, poniendo especial atención al perdón.

Al igual que más adelante hará Aronofsky con Réquiem por un sueño, Anderson relativiza el éxito y lo pasa por un tamiz de desconfianza y crítica, con una poética obra tan humana como melodramática, y en cualquier caso acertada con creces.

La realización sólo puede ser calificada de magistral, estando en todo momento al servicio de la historia que se quiere contar, basada en un guión del propio Anderson muy bien estructurado sobre historias cruzadas que, aparentemente, no tienen nada que ver pero, poco a poco, se va viendo de qué manera están conectadas.

Demasiado larga quizá, la película cuenta con una preciosa banda sonora dirigida por Jon Brion que incluye canciones de Aimee Mann, además de presentarnos a uno de los mejores Tom Cruise que se recuerdan en la pantalla en el papel de un histriónico charlatán que ayuda a fracasados a ser unos verdaderos machos dominantes.

Magnolia es cine del bueno, un espejo puesto ante la sociedad, ante nosotros mismos. Una forma de decirnos “mirad, así sois, tanto para lo bueno como para lo malo”.


domingo, 23 de octubre de 2011

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS, Enrique Urbizu (2011) [7,7/10]

Una de las últimas grandes películas que ha producido el cine español es No habrá paz para los malvados, del director vasco Enrique Urbizu. Mejor dirigida que escrita, la película presenta un oscurísimo universo de drogas y terrorismo que me atrapa y no me suelta, pero también es cierto que algunos cabos se me quedan sin atar, y que no logro comprender todo lo que me gustaría el comportamiento de Santos Trinidad, interpretado por el mejor Coronado que yo he visto jamás en una pantalla.


El actor, como ya digo, está genial, me lo creo con creces, y Urbizu lo dirige en este thriller magistralmente, dando vida a ese antihéroe tan clásico del cine negro, alcohólico y con una frontera entre el bien y el mal lamentablemente difusa.

La película parece querer decir que a cada cerdo le llega su San Martín y que las malas acciones tienen su castigo, a pesar de que éste no venga impuesto por aquellos más adecuados para impartir justicia, y acaben por lo tanto también ajusticiados.


La fotografía de Unax Mendía se complementa con la música de Mario de Benito para generar una atmósfera idónea que da lugar a una película hecha como Dios manda.

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA CHAQUETA METÁLICA, Stanley Kubrick (1987) [8,3/10]

La chaqueta metálica, de Stanley Kubrick, es una película antibelicista, crítica con el imperialismo yanqui y la cultura capitalista globalizadora que se presenta ante la sociedad del espectáculo con la amable cara de Mickey Mouse.

Con un excelente inicio más cercano de lo cómico que de lo dramático, podría parecer que más adelante la película pierde algo de fuelle, pero igualmente posee perturbadoras escenas con las que lo mismo esbozas la más amplia de tus sonrisas como adoptas la más serena de las actitudes.

Al igual que ya hizo Coppola con Apocalypse Now o Cimino con El cazador, Kubrick trae la locura que ya mostró en El Resplandor a la guerra de Vietnam, plasmando en La chaqueta metálica esa atmósfera tan suya, inquietante, con una fría puesta en escena y unos largos planos conseguidos por una cámara que se desliza con tanta clase.

El director vuelve a hacer de la violencia su tema, utilizando como escenario la guerra de Vietnam, donde las marchas militares son la banda sonora y la irracionalidad de la barbarie humana se muestra en todo su esplendor.

sábado, 15 de octubre de 2011

LA VERGÜENZA, Ingmar Bergman (1968) [7,4/10]

Habiendo sido Bergman muy criticado por no mojarse en política, en 1968 dirigió una película que, quizá, sirvió para cerrar la boca a más de un bocazas, regalándonos una de las obras más duras de su carrera cinematográfica, La vergüenza, protagonizada por dos gigantes de su cine, como son Max von Sydow y Liv Ullman.
La vergüenza nos habla de las consecuencias que la guerra trae consigo y la manera en que éstas afectan al ser humano. Para ello, Bergman centra su historia en un matrimonio de músicos que se ve tristemente golpeado por la contienda bélica, lo cual, y de nuevo vuelve una de las constantes en el cine de Bergman, afecta a su matrimonio además de a sus vidas propias. El director sueco aprovecha para hablarnos de las relaciones interpersonales de pareja, de los celos, de la confianza y de las infidelidades, de cómo la guerra saca lo peor de nosotros, incluso contra la gente a la que más amamos.
Esta película muestra algo que, por desgracia, en España conocemos al dedillo, y es cómo la guerra es capaz de separar lo inseparable: hermanos, amigos, parejas. La irracionalidad de la guerra no conoce límites, y arrasa con todo, no dejando títere con cabeza a su paso.
Llama la atención también la crítica que puede entreverse hacia los medios de comunicación y su tendencia a espectacularizar la muerte, sirviendo en muchos casos de coartada para justificar toda suerte de matanzas y barbaries.
La realización se caracteriza por unos planos largos que, en ocasiones, pueden llegar a ser secuencia, y en la que, lógicamente, no hay música. ¿Cómo si no iba a tratarse la muerte de un par de ex-músicos de orquesta?

martes, 11 de octubre de 2011

GRUPO SALVAJE, Sam Peckinpah (1969) [8,1/10]

A finales de los sesenta, cuando parecía que el western y en general el cine clásico ya habían acabado, llegaron algunos lunáticos como Sergio Leone o Sam Peckinpah para reinventarlo, y es en este contexto en el que se realiza Grupo salvaje, de Peckinpah, uno de los mejores filmes del oeste de todos los tiempos.
En él vemos a un grupo de cazadores de recompensas que van tras la pista de unos veteranos atracadores. Para más INRI, uno de los caza-recompensas fue ladrón en su día, e íntimo amigo del cabecilla de la banda a la que pretende ahora parar los pies.
Sam Peckinpah hace de la violencia su firma personal y la deja grabada en nuestra retina con tinta indeleble. Lo interesante es que, además, mira hacia los niños y en general hacia los desfavorecidos, para reflexionar acerca de cómo afecta a estos desgraciados la violencia y la barbarie social, de manera tan injusta e indiscriminada.
Valores como la amistad, la traición o la crueldad son los que se tocan en Grupo salvaje, una película en la que, al igual que recientemente vimos en la serie de la HBO The Wire, el bien y el mal se diluyen hasta el punto de confundirse el uno con el otro. Tanto es así que, por desgracia o por fortuna, en este western de Sam Peckinpah no podemos encontrar siquiera un solo personaje que nos sirva de modelo o de referencia. Aquí no hay ningún Indiana Jones; sino que todos son malos o tienen algo por lo que avergonzarse, no me gustaría ser como ninguno de los personajes que aparece en la película. Pero, eso sí, éstos son carismáticos a más no poder, de forma que la película se hace entretenida y fácil de seguir.
El director demuestra que conoce el lenguaje del western, manteniendo la tensión, y dejándonos una película excelentemente dirigida.

viernes, 7 de octubre de 2011

EL ÁNGEL EXTERMINADOR, Luis Buñuel (1962) [7,3/10]

El ángel exterminador, de Luis Buñuel, es una magnífica película en la que el director aragonés realiza una estupenda crítica social hacia la clase ociosa, encerrada en sí misma, en la que la charlatanería sustituye a la acción efectiva con vistas a cambiar las cosas.
Para ello, el autor se sirve de una cena de la alta sociedad tras la que, sin aparente razón, los invitados no pueden salir del salón. Tal planteamiento tan surrealista sirve de base a Buñuel para explicarnos cómo las pasiones más primitivas del hombre tienden a florecer en los momentos más críticos.
Aunque lamentablemente me falta cultura general para atar todos los cabos, puede apreciarse que la película está cargada de simbolismo por doquier, y con una maravillosa puesta en escena, se ataca esa falsa cortesía hipócrita y esa preocupación por el qué dirán de las cuales la sociedad hace gala, en una obra que se hace tan entretenida como corta.