sábado, 29 de enero de 2011

PAN NEGRO, Agustí Villaronga (2010) [7,5/10]

Una de las películas que opta al Goya a la Mejor Película de 2010, y la única de las nominadas que falta por comentar en este blog, es Pan negro, escrita y dirigida por Agustí Villaronga, y basada en la novela homónima de Emili Teixidor.
La película se desarrolla en un pequeño pueblo catalán de la posguerra civil, donde Andreu (Francesc Colomer) encuentra el cadáver de un vecino y su hijo tras haberse éstos despeñado por un barranco. Este hecho y el intento por clarificarlo conmocionarán a los habitantes del pueblo.
Ya la potentísima escena inicial nos deja boquiabiertos y con los ojos como platos, y es entonces cuando sabemos que nos vamos a tragar una más que interesante película genialmente realizada.
A través de los ojos de Andreu, el espectador asistirá a un mundo donde el engaño y la mentira están a la orden del día, donde todo adulto tiene un lado oscuro, algo que esconder, y donde para crecer y madurar no hay más que aceptar esas reglas, es decir, tener un lado oscuro y mentir. Ese lado oscuro que toda persona tiene, muchas veces materializado en el rencor y la incapacidad para perdonar, deja sus heridas y consecuencias a lo largo de varias generaciones, siendo que aún a día de hoy venimos padeciendo dichas consecuencias.
Al ser la primera película que veo de Agustí Villaronga, lo que más me ha impresionado de Pan negro es la sutileza con la que el director trata determinados temas, tan subterráneamente, haciéndolo todo más elegante. Es una pena que esto encuentre su contrapartida en determinados discursos que Farriol (Roger Casamajor), el padre de Andreu, le suelta a su hijo acerca de los ideales y la necesidad de mantenerlos, que desgraciadamente suenan a panfleto metido con calzador. No obstante, he de decir que no acierto a dilucidar si se trata de un fallo de guión o de una incorrecta interpretación por parte de Casamajor. Quizá sea una mezcla de ambos.
Por otra parte, si la cuidadísima y elegante fotografía de Antonio Riestra supone un regalo nada desdeñable para nuestros ojos, no lo es menos para nuestros oídos la preciosa música de José Manuel Pagán, la cual recuerda a la habitual compositora del realizador griego Theo Angelopoulos, Eleni Karaindrou.
En definitiva, Pan negro es una gran película que me ha descubierto a un interesante director, y que además es una bien merecedora de esa nominación al Goya a la Mejor Película para este año. No obstante, subrayo lo de merecedora, y sólo merecedora, porque en mi opinión, la película llamada a hacerse con la preciada estatuilla es Buried, de Rodrigo Cortés.

miércoles, 26 de enero de 2011

DEFENSA, John Boorman (1972) [6,7/10]

Basada en una novela de James Dickey, Defensa, dirigida por John Boorman y escrita por el propio Dickey, cuenta la historia de cuatro amigos que acuden un fin de semana a descender por un río en canoa, en donde encontrarán problemas con unos lugareños de la zona que les harán la vida imposible.
Defensa es una historia de supervivencia en un medio dejado de la mano de Dios, libre, pero también salvaje e incivilizado, donde sólo los fuertes salen hacia adelante y los débiles perecen. Temáticas tan humanas y universales como el sentimiento de culpa, la venganza y el sentido del deber se dan cita en este maravilloso filme, el cual nos regala sobrecogedoras escenas visuales no exentas en muchos casos de violencia, y que lograrán dejarnos clavados en el sofá.

Con una buena construcción y encarnación de los personajes por parte de guionista y actores, Defensa encierra cierta crítica antisistema contra la civilización y su repercusión en el medio ambiente, pero a la vez parece querer decir que las instituciones, por muy puñeteras que sean a veces, son necesarias al fin y al cabo, y la necesidad de liderazgo es algo que va unido al ser humano. En este sentido resulta de lo más interesante la evolución que experimenta cada uno de los personajes, especialmente al que da vida Jon Voight, que en un determinado momento deberá tomar las riendas del asunto y resolver la situación lo antes posible.

Con un agradable uso de la música de Eric Weissberg para introducir personajes, Defensa es una entretenida película que, aunque se disfruta bastante y se hace realmente corta, deja con la miel en los labios y con cierto anhelo de una explicación para determinadas secuencias.

Como curiosidad, señalar la pequeña intervención del autor de la novela James Dickey en el papel de sheriff.



domingo, 23 de enero de 2011

TAMBIÉN LA LLUVIA, Icíar Bollaín (2010) [7,4/10]

La película seleccionada para representar a España en la gala de los Óscar de este año es También la lluvia, de Icíar Bollaín. El filme trata de un equipo de rodaje que acude a Cochabamba (Bolivia) para realizar una película acerca de la colonización y masacre indígena liderada por Cristóbal Colón. En medio del rodaje estallan las Guerras del Agua, lo que crea complicaciones.
Con un aceptable guión de Paul Laverty, habitual guionista de uno de los más importantes directores de cine social como es Ken Loach; Icíar Bollaín nos cuenta una preciosa historia que nada tiene que envidiarle al realizador británico y que encierra una triple colonización: por un lado, la que Costa (Luis Tosar) y Sebastián (Gael García Bernal) van a venderle a su público occidental acerca de la colonización de las Américas por parte de Cristóbal Colón; por otro, la que el propio equipo de rodaje ejerce con los extras, pagándoles sueldos de miseria; y por último, la que padece el pueblo de Cochabamba a causa de la privatización de su agua.
Asistimos a un interesante relato que muestra la opresión de unos, opuesta a la resistencia de los otros, los que llevan años, siglos, resistiendo y parece que lo van a seguir haciendo eternamente. La lucha por la dignidad de unas personas que se muestra en vivo y en directo a los ojos de unos occidentales, obligados a posicionarse ante el conflicto y tomar importantes decisiones, siendo estos momentos cruciales para retratarse y mostrarse tal y como son realmente. Ya las palabras y las intenciones no cuentan; cuentan los hechos, y qué intereses se está dispuesto a defender y cuáles a sacrificar.
La realización es acertada, mostrándonos imágenes de la película que Costa y Sebastián están haciendo, con una excelente dirección de actores que les saca lo mejor de sí mismos, entre los que cabría destacar a Karra Elejalde, en el papel de Antón, en el papel de Cristóbal Colón.
La música de Alberto Iglesias (Los abrazos rotos) puede ser tachada de efectista, pero bien es cierto que ayuda a crear esa emoción necesaria para identificarse con esta preciosa historia que muestra a aquellos que no cejan en su pelea por la dignidad contra aquellos que quieren privatizarlo todo. También la lluvia.


jueves, 20 de enero de 2011

TRONO DE SANGRE, Akira Kurosawa (1957) [8/10]

En 1957 el director japonés Akira Kurosawa lleva a la gran pantalla Macbeth, de William Shakespeare. A decir verdad, no he tenido el placer de disfrutar de la obra del dramaturgo inglés, por lo que mi apreciación de Trono de sangre no ha sido todo lo completa que a mí me gustaría. No obstante, he de decir que, gracias al buen hacer de Kurosawa, la película se puede disfrutar igualmente y las dos horas en absoluto son en vano.
Con Trono de sangre Kurosawa traslada Macbeth al Japón del siglo XVI, donde Miki (Minoru Chiaki) y Washizu (Toshiro Mifune), en medio de las guerras civiles que en la época se venían dando, se introducen en el Bosque de las Telarañas. Allí encuentran a una bruja que les predice su futuro: Washizu acabará por hacerse con el control del castillo, y tras él deberá hacerlo el hijo de Miki.
En los círculos de estudios audiovisuales siempre se ha dicho que Shakespeare es el mejor guionista de toda la Historia de la narrativa, dado que los temas que trata (la venganza, los celos, el amor) son tan humanos y tan universales que pueden generar historias que emocionen a sociedades completamente diferentes, desde la Inglaterra de principios del XVII hasta el Japón de mediados de los cincuenta.
La obra nos muestra lo que hace el Poder con aquellos que lo detentan, pudiendo llegar éstos a enloquecer y hacer lo impensable con tal de mantenerlo. Y cuando uno quiere arrepentirse ya es tarde, y las manchas de sangre en las manos se quedarán ahí de por vida. Pero, tras ver el filme de Kurosawa, estaremos obligados a decir, mal que nos pese, que lo peor de todo es que la historia se repite, una y otra vez, y que nos seguiremos enfrentando a estos problemas de Poder eternamente.
La realización de la película por parte del director es correcta, en más de una ocasión con escenas que quitan el hipo, aunque sí es cierto que algunos planos son más largos de lo que debieran, pudiendo cansar al espectador ligeramente.
Toshiro Mifune, actor fetiche de Kurosawa a quien ya vimos en Rashomon, está a la altura de su impulsivo personaje, como en general todo el reparto, y junto con el resto de elementos de la película (fotografía, vestuario) compone una bella historia atemporal, susceptible de ser disfrutada no importa dónde, no importa cuándo.

PD: ¡Huele a palomitas cumple un año! :D. Muchas gracias a todos aquellos que se han molestado en pasarse por este blog y me han dejado su comentario. Espero poder seguir muchos más años comentando buenas (y no tan buenas) películas que vaya viendo.



lunes, 17 de enero de 2011

FANNY Y ALEXANDER, Ingmar Bergman (1982) [7,5/10]

Que Ingmar Bergman es uno de los autores cinematográficos que introduce de forma más patente su visión subjetiva en cada uno de sus filmes es algo sobradamente conocido a estas alturas de la película. En el caso de Fanny y Alexander, la última obra del genio para la gran pantalla (aunque seguiría realizando trabajos para la televisión y el teatro), la identificación del director con el personaje es tal, que no andaríamos mal encaminados si afirmásemos que dicho film es el más personal y autobiográfico del maestro sueco.

Escrita por él mismo, Fanny y Alexander nos traslada a la Suecia de principios de siglo, en un ambiente de alta sociedad al que da vida una familia dedicada por completo al teatro. Tras la muerte de su padre (Allan Edwall), la mamá (Ewa Fröling) de Fanny (Pernilla Allwin) y Alexander (Bertil Guve) se casa con el obispo Edvard Vergerus (Jan Malmsjö), de rígida moral y severa educación, que se los lleva a vivir a su casa y les aparta de la calidez brindada por el acogedor entorno familiar.

La película resulta ser todo un alegato en favor de la imaginación como medio para superar los problemas terrenales a los que el ser humano se enfrenta en su día a día, especialmente cuando esa imaginación desemboca en historias que acaban por ser representadas en ese pequeño mundo llamado teatro, que muchas veces sirve como medio de evasión del mundo real, el grande.
La película es contemplada íntegramente a través de los ojos de Alexander, indudablemente el alter ego de Bergman y con total seguridad un fiel reflejo de lo que el director fue en su infancia: la severa educación protestante, la fascinación por las imágenes ofrecidas por la linterna mágica, la proximidad al mundo del teatro, el silencio de Dios como respuesta a sus preguntas, etc.

Y es que Fanny y Alexander constituye una crítica blasfema a la religión, que también tiene parte (mucha) de imaginación e historietas, pero al contrario de lo que sucede en el teatro, las historias que cuenta la religión, al querer estar forzosamente teñidas de verdad y certeza, tienen más de dañino que de positivo, acaban por herirle a uno, y ante ellas no queda más que la consecuente rebelión de Alexander.
La película parece querer decir que es el amor que entreguemos en nuestro día a día en cada una de nuestras acciones lo que verdaderamente salva a nuestras almas, y que a pesar de él siempre vamos a enfrentarnos a enigmas y misterios que no sabremos explicar, y ante los cuales siempre encontrará cabida la religión.

Alguien más entendido en la vida y obra de Ingmar Bergman podría confirmar si Fanny y Alexander refleja en cierto modo la nostalgia de un verdadero padre por parte del director, ya que la continua presencia del espíritu del padre de Alexander así parece atestiguarlo, dando aliento a su hijo desde el más allá, en clara contraposición a su nuevo padrastro.

Aún siendo larguísima (¡tres horas!), parece ser que Fanny y Alexander se concibió en su momento como un proyecto para televisión, con el doble de duración y una mejor explicación de los comportamientos de los personajes. Eso explicaría por qué, en mi opinión, la relación entre Alexander y su padre no llega tan en profundidad al espectador y por eso la versión de tres horas cojea ligeramente de esa parte.
Con una excelente dirección de actores y una preciosa fotografía y puesta en escena, la película fue galardonada en 1983 con el Óscar a la mejor película extranjera.


viernes, 14 de enero de 2011

EL DISCURSO DEL REY, Tom Hooper (2010) [7/10]

Con su padre, el rey Jorge V (Michael Gambon), a punto de morir; y su hermano, el príncipe Eduardo VII (Guy Pearce), dispuesto a casarse con una divorciada; el duque de York (Colin Firth), “Bertie” para los amigos, será el encargado de soportar el peso de la Corona de Inglaterra y liderar a su país en la incipiente Segunda Guerra Mundial. El problema es que el futuro rey Jorge VI es incapaz de articular palabra en público, ya que desde muy pequeño padece un grave problema de tartamudeo. Su mujer Elizabeth (Helena Bonham Carter) le llevará a ver al doctor Lionel (Geoffrey Rush), un peculiar logopeda con métodos muy poco ortodoxos.

Escrita por David Seidler y dirigida por Tom Hooper, El discurso del rey es una bonita película acerca de la autosuperación y el esfuerzo muy agradable de ver, debido en gran parte a sus pequeñas dosis de humor inteligente y maduro que brotan de las fantásticas relaciones establecidas entre unos personajes genialmente perfilados y mejor interpretados por todos y cada uno de los actores.

Los tiempos en los que un rey se limitaba únicamente a aparecer ante sus súbditos para recibir aplausos y ovaciones ya pasaron. Los medios de comunicación de masas se desarrollan y ahora es necesario hablar en público, para lo cual no vale cualquiera, especialmente cuando tenemos frente a nosotros un micrófono dispuesto a ampliar el sonido que producen nuestros titubeos, (mal)tragos de saliva y tartamudeos, en definitiva, multiplicar el efecto de nuestros errores. A todo ello se suma la importancia que en el siglo XX cobra la imagen, cuyo mayor apogeo ha venido a encontrarse precisamente en el cine. Dicho invento nos regala imágenes sonoras y en movimiento de grandes oradores, algunos tan entrañables como el propio Jorge VI, pero otros tan tenebrosos como Adolf Hitler. Todos ellos tienen acceso a nuestra casa a través de los medios de comunicación de masas, y ahí reside precisamente el peligro de dicha comunicación: en las intenciones que tiene el orador de turno y en la credibilidad que todo un país le puede dar. En el caso de Hitler y Alemania todos sabemos lo que pasó.

Al son de la preciosa música de Alexandre Desplat, quien recientemente ha triunfado en los Premios del Cine Europeo por su participación en El escritor; la película pasa de oscuro a claro (Danny Cohen es el director de fotografía) a medida que Bertie acumula logros ayudado por el peculiar doctor Lionel, con un interesante uso de la elipsis y un correctísimo guión que en más de una ocasión nos ofrece muy buenos diálogos.
Quizá por haber hecho demasiado caso de las críticas, que dejaban a la película en muy buen lugar y algunos hasta apostaban por ella en los Óscar, El discurso del rey no me ha parecido para tanto y en ese sentido me ha defraudado ligeramente. Pero de que se trata de una buena película no puede caber duda.


martes, 11 de enero de 2011

EL AMIGO AMERICANO, Wim Wenders (1977) [6,9/10]

Jonathan Zimmermann (Bruno Ganz) es un fabricante de marcos para cuadros con un pie en la tumba debido a una terrible enfermedad que padece. Cuando ya le quedan pocos meses de vida, Tom Ripley (Dennis Hopper) le hará conocer a un gángster que le ofrecerá la felicidad para su familia a cambio de que realice un pequeño trabajo.
El homenaje que el alemán Wim Wenders realiza al cine estadounidense en una de las obras cumbre del Nuevo Cine Alemán como es El amigo americano no puede ser más notable y elegante.
Basada en la novela Ripley’s Game de Patricia Highsmith, la película de Wenders resulta ser una historia de gángsters a la alemana que deja ver de forma clarísima la teta cinematográfica de la que ha mamado el director, hecho que no hace sino confirmarse con sólo ver que los directores Nicholas Ray y Samuel Fuller cuentan con un papel en la película.
Wenders cuenta una bonita historia donde la amistad, el interés personal, el cariño y la tensión danzan en dulce armonía para regalarnos secuencias que se nos quedarán grabadas en la retina y ante las que no podremos sino mordernos las uñas.


sábado, 8 de enero de 2011

UNO DE LOS NUESTROS, Martin Scorsese (1990) [7,5/10]

Una de las obras más potentes del neoyorquino Martin Scorsese es Goodfellas, o como fue traducida en España, Uno de los nuestros.

La historia, basada en la novela Wiseguy de Nicholas Pileggi, quien además es co-guionista de la obra junto con el director; repasa las experiencias que Henry Hill (Ray Liotta) vivió mientras estaba en la mafia, donde comenzó como chico de los recados y con el paso de los años llegó a estar en la cima, codeándose con toda esa gentuza que vive a cuerpo de rey porque la ley del más fuerte está de su lado.

La sociedad que Scorsese nos presenta en sus películas es una sociedad-escoria. Nadie que aparezca ahí merece seguir viviendo, y está más que claro que el mundo sería un lugar mejor si toda esa pandilla de miserables a los que Joe Pesci, Robert De Niro y compañía dan vida excelentemente desapareciese de la faz de la Tierra. Ningún personaje que aparezca en Uno de los nuestros puede caernos bien. Sin embargo, como espectadores, somos incapaces de no reírles las gracias a todos esos matones cuando hacen de las suyas. De tan decadente que resulta el panorama que el director nos presenta, sólo nos queda aceptar sus reglas y reír con ellos, identificarnos con ellos, sufrir con ellos. Así, a través de los ojos de Henry Hill, llegaremos a contemplar el mundo de la mafia incluso con envidia: querremos ser como esos cerdos que se ríen de nosotros porque, además de pagar impuestos, nos levantamos a las siete de la mañana para ir a currar; querremos estar en la cima del crimen organizado, porque sabremos que ahí es donde verdaderamente está el poder, y no en las instituciones.

Uno de los nuestros es una de las joyas más relucientes que el cine americano ha brindado, y su director, Martin Scorsese, hace ya décadas que se abrió un más que merecido hueco en el hall of fame de los grandes del séptimo arte. Con una soberbia realización que resulta ser toda una lección de cine (atención a los planos secuencia) y una brillante interpretación de todos y cada uno de los actores que aparecen en la pantalla, la única pega que quizá se le podría poner a Uno de los nuestros es que el exceso de voz en off que presenta puede llegar a molestar, pero nada especialmente grave.


miércoles, 5 de enero de 2011

BALADA TRISTE DE TROMPETA, Álex de la Iglesia (2010) [6/10]

La última película del director de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, es una mirada personal de incomprensión a la sociedad española de la pre-Transición.
Con un potente arranque en el que damos un garbeo por los recuerdos del director bilbaíno, la película comienza a deshincharse como un balón pinchado hasta quedar reducida a una putrefacta goma que se limita a mostrarnos lo que pudo ser y no ha sido.
Autobiográfica en cierto modo, el planteamiento que propone Balada triste de trompeta no puede ser mejor: una exposición del gran circo tragicómico que representaba la España del tardofranquismo, con una España vencida y otra vencedora, con mucho odio y con mucha rabia entre la población, y también con mucha locura pasional contenida. Pero por desgracia, esta preciosa metáfora que podría habernos legado una de las mejores obras del cine español de los últimos años se viene tristemente a pique por varios factores.
El primero de ellos es la pésima actuación de la que en muchas ocasiones a lo largo de la película hacen gala los actores. Salvando a Antonio de la Torre y a algún que otro extra, cada intérprete da la sensación de estar repitiendo las líneas del guión cual loro hipnotizado. Y si encima este mal viene a recaer en dos de los actores principales (Carlos Areces y Carolina Bang), que son los que soportan el peso narrativo, pues apaga y vámonos.
En segundo lugar, llega un momento en el que las cosas empiezan a ir demasiado rápido, hasta el punto de poderse intuir que en la sala de montaje se descubrió algo que no funcionaba del todo bien. Vemos entonces escenas que no están todo lo pulidas que deberían, a lo cual se suma lo comentado antes de los actores, que tampoco terminan de estar correctamente perfilados, y es entonces cuando los sentimientos de los personajes y los míos toman caminos distintos y, salvo breves encontronazos, no vuelven a unirse nunca más en lo que resta de metraje, resultando Balada triste de trompeta una película con cosas muy buenas, pero también con cosas muy malas.
El filme, eso sí, constituye un original espectáculo visual que a más de uno dejará grabado alguna que otra escena para la posteridad, y no, no será un top-less de Carolina Bang, por mucho que algunos lo lleváramos esperando desde el momento en que aparece en pantalla.
Con toda seguridad, gustará más a los fieles seguidores de Álex de la Iglesia, amantes de su universo e identificados con su forma de ver la vida a través de una cámara; pero lo más probable es que deje al resto de los mortales con un amargo sabor de boca a falta de un bocado muchísimo más dulce.

domingo, 2 de enero de 2011

21 GRAMOS, Alejandro González Iñárritu (2003) [7/10]

Una de las películas de las que más se habla a la hora de alabar su estructura narrativa por original es 21 gramos, dirigida por Alejandro González Iñárritu y escrita por Guillermo Arriaga.
El principal atractivo de esta manera tan peculiar de contar las historias reside en que las secuencias están descolocadas, y es el espectador el que carga con el muerto de tener que recolocarlas para entender de qué carajo va la peli. Sería injusto hablar de “las películas de Iñárritu” a la hora de referirse a esta forma de estructurar la narración, dado que ese desorden viene ya dado en el guión, limitándose el realizador a seguir los pasos marcados por el guionista. Parece ser que por eso, según afirman las cotorras entendidas en séptimo arte, Arriaga e Iñárritu se han peleado, por llevarse éste el mérito de aquél, y eso explicaría por qué el guión de Biutiful, la última película de Iñárritu que algunos califican como la peor del director, está escrita por él mismo. Cosas de egos.

Lo mejor que te pueden contar para que veas 21 gramos es nada, porque la gracia está precisamente en el hecho de que no entiendas absolutamente nada en el principio y acabes por entenderlo todo cuando la película acabe.
La redención, el sentimiento de culpa, el agradecimiento y el deseo de venganza danzan juntos en esta espectacular cinta de Iñárritu (la segunda tras Amores perros), con un más que atractivo reparto que realiza una mejor interpretación.

Hay historias que precisan ser contadas de una forma y no de otra. ¿Es necesario en el caso de 21 gramos? No sabría decirlo habiéndola visto sólo una vez, pero no me extrañaría que alguno la calificase de tramposa. Al fin y al cabo, cualquier historia que despedaces, desordenes y luego presentes para que el respetable la ordene, resulta entretenida. A la hora de hacer un puzzle, el principal interés reside en el propio hecho de hacerlo, pero una vez que éste está hecho, ¿qué más da si la imagen que queda es bonita o fea? ¿Qué más nos da hacer un puzzle en el que aparezca el rostro de la Gioconda o un dibujo de Oliver y Benji? Con 21 gramos, y según tengo entendido también con el resto de películas escritas por Arriaga, pasa igual. Es muy divertido ir ordenando cada escena y cada secuencia, pero una vez ordenadas ¿tenemos una buena historia? Es indiferente.