Una de las películas más bonitas acerca de a libertad que he visto últimamente es Alguien voló sobre el nido del cuco, del checoslovaco Milos Forman, basada en una novela de Ken Kesey. Encuentro formidable que se presente la libertad ligada a la desobediencia, a la rebelión contra las instituciones que oprimen al ser humano.
Para ello, la historia se sirve de la manida metáfora de equiparar la totalidad de la sociedad a un pequeño manicomio, que lleva a la obligada pregunta de quién es el loco aquí. De hecho, salvo excepciones, la totalidad de la película se desarrolla en el interior del manicomio, y uno termina de ver la película de Forman con la sensación de que lo que falta aquí son locos idealistas que nos ayuden a salirnos de la rutina, que nos enseñen a disfrutar. En definitiva, que nos hagan vivir.El protagonista de la historia es Randle McMurphy, interpretado por un ya típico Jack Nicholson, que llega a un centro psiquiátrico, donde, pasando por encima de la rígida e inexpresiva enfermera Ratched (Louise Fletcher), muestra a sus compañeros de "prisión" los valores de la vida y la importancia de la libertad para el ser humano.
La interpretación de todos los actores es adecuada, siendo que muchos de ellos pasarán posteriormente a engrosar las filas de los actores más consolidados de Hollywood, como es el caso de Danny de Vito o Christopher Lloyd.
La preciosa música de Jack Nitzsche huele a libertad, y acompaña a una realización sobria, no pretenciosa, que logra una correcta atmósfera fría gracias a la fotografía de Haskell Wexler. La puesta en escena, recordará más adelante a la que utilice Kubrick para La chaqueta metálica.
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