Una de las películas más importantes de la historia del cine británico es El tercer hombre, de Carol Reed, basada en la novela homónima de Graham Greene. En ella, Holly Martins (Joseph Cotten) es un escritor de novelas baratas que acude a Viena a ver a su amigo Harry Lime (Orson Welles), con tan mala suerte de que cuando llega a su destino se entera de que su amigo ha muerto recientemente atropellado por un coche. Conmocionado, Martins acude al funeral de Lime, donde conoce al capitán Calloway (Trevor Howard), quien le dice que Lime era un delincuente, traficante en el mercado negro, y que mejor que haya muerto, pues. Martins empieza a investigar las circunstancias en las que se dio la muerte de su amigo, y comprueba cómo algunas cosas no cuadran: unos le dicen que fue atropellado por su coger, otros que fue atropellado por un camión, unos que fue transportado por tres hombres, otros que fueron dos los que cargaron con su cuerpo, etc. En su investigación, Martins conocerá a Anna (Alida Valli), novia de Lime, quien también tiene dudas acerca de la muerte de su novio. Martins no se termina de creer que Lime fuese un traficante, hasta que el propio capitán Calloway se lo demuestra: resulta que Harry Lime traficaba con penicilina adulterada que posteriormente se administraba a enfermos de meningitis, empeorando su estado de salud y muchos de ellos muriendo. Ante esto Martins no da crédito, y está a punto de olvidarse del asunto de la muerte de su cruel amigo cuando, una noche, se lo encuentra en la calle, en una de las apariciones más espectaculares que nos ha brindado el séptimo arte. Martins le persigue, pero no logra alcanzarle. Tras contárselo a Calloway, Martins se compromete a colaborar con la Policía para capturar a Lime. Será más adelante cuando asistamos como espectadores a una de las persecuciones más famosas del cine a través del alcantarillado de Viena, donde será el propio Martins quien acabe con su antaño amigo, Harry Lime.
Con música de Antón Karas a ritmo de cítara y una fotografía de carácter expresionista inmejorable de Robert Krasker, El tercer hombre es una obra fresca que en ningún momento decae y nos mantiene constantemente con los ojos pegados a la pantalla. Diálogos inteligentísimos, muy probablemente revisados por Welles, destacando por supuesto ese de los Borgia y la democracia; fueras de campo majestuosos y elegantes, aparición estelar de Welles y un plano largo final de remate son sólo algunos de los ingredientes que hacen de esta película una obra de obligatorio visionado.
Con música de Antón Karas a ritmo de cítara y una fotografía de carácter expresionista inmejorable de Robert Krasker, El tercer hombre es una obra fresca que en ningún momento decae y nos mantiene constantemente con los ojos pegados a la pantalla. Diálogos inteligentísimos, muy probablemente revisados por Welles, destacando por supuesto ese de los Borgia y la democracia; fueras de campo majestuosos y elegantes, aparición estelar de Welles y un plano largo final de remate son sólo algunos de los ingredientes que hacen de esta película una obra de obligatorio visionado.
Menos mal que la he visto un par de veces. Si no la llego a ver visto me la destripas entera.
ResponderEliminarHombre, hace ya más de sesenta años que se estrenó. Ya van siendo horas de haberla visto xD.
ResponderEliminarUn saludo!