domingo, 28 de agosto de 2011

EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS, Rupert Wyatt (2011) [7,1/10]

Una de las sorpresas que este verano ha traído consigo en lo que a cinematografía se refiere ha venido representada por El origen del planeta de los simios, de Rupert Wyatt; película que vuelve a traer a la palestra aquella terrible historia llevada al cine por Franklin J. Schaffner para preguntarse cómo y por qué pudieron los simios hacerse con el poder.


Con unos personajes ligeramente planos y bastante maniqueos, la película invita a reflexionar en torno a la idea de ser diferente y reconocerse como tal en una sociedad. Uno de los fuertes de la cinta dirigida por Wyatt es el haber mostrado el lado más humano de los simios, no sólo en lo que a apariencia física se refiere (la tecnología, a día de hoy, hace maravillas), sino en cuanto a sentimientos como la solidaridad o la pena.

Como ya decimos, el guión flojea en la construcción de personajes, y la relación entre James Franco y Freida Pinto no se la cree ni Dios; pero da igual, porque lo que cuenta es la relación con César (Andy Serkis), el simio líder, y la suerte que correrá junto con sus compañeros en su cruzada contra el ser humano. La película tiene un momentazo que no me resisto a comentar, que es cuando César le espeta un atronador "¡NO!" a su cuidador-maltratador. ¿Acaso existe una palabra mejor que ésa para reflejar la idea de Revolución?

El origen del planeta de los simios es una película muy entretenida, y prueba de ello es que uno no quiere que se acabe, deja con ganas de más. Lo que sí le achacaría es el excesivo uso del ordenador para seguir a los monos en su movimiento por el espacio, que a veces se nota demasiado por generar movimientos en absoluto necesarios para la narración.

miércoles, 24 de agosto de 2011

PEQUEÑA MISS SUNSHINE, Jonathan Dayton y Valerie Faris (2006) [7,7/10]

Una de las sorpresas que trajo la primera década del nuevo siglo fue Pequeña Miss Sunshine, cuyo guión, obra del genial Michael Arndt (autor de Toy Story 3), bien mereció el Óscar al mejor guión original en 2006.


Dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris, ambos realizadores procedentes de la televisión y debutantes en el celuloide con esta película, Pequeña Miss Sunshine habla a favor de la sencillez y en contra de la pomposidad, la artificialidad y el snobismo.

El argumento gira en torno al viaje que una peculiar familia realiza para que la niña de la casa pueda participar en un concurso de belleza infantil.

Uno de los aspectos más interesantes del guión de Arndt es la forma que tiene de jugar con los contrastes, lo que otorga a sus personajes una personalidad y una solidez que hacen funcionar a la película de manera absolutamente majestuosa. Que el padre, por ejemplo, sea un fracasado que pretende ganarse la vida con libros de autoayuda para alcanzar el éxito, o que el abuelo sea un drogadicto vivalavirgen que, sin embargo, sabe muy bien qué es lo mejor para su nieta; son sólo algunos de los elementos que hacen que Pequeña Miss Sunshine funcione con la precisión de un reloj suizo.

Con un interesante discurso elegantemente camuflado entre una trama aparentemente superficial, la película alberga momentos realmente divertidos y los alterna con otros más profundos, haciendo de Pequeña Miss Sunshine una película cuanto menos interesante y una de las apuestas más interesantes del cine independiente norteamericano que se recuerdan de los últimos años.

domingo, 21 de agosto de 2011

CONAN, EL BÁRBARO, Marcus Nispel (2011) [4,4/10]

Conan, el bárbaro, de Marcus Nispel, es una película que deja mucho que desear, que se reduce a un puñado de luchas, destrucciones y violencia, aunque sin duda la mayor catástrofe de esta mierda de película es su guión, horripilante hasta la médula.


No hay ni un solo personaje carismático en toda la puñetera peli, y sus “diálogos” consisten principalmente en gritos y gruñidos más propios de bestias que de hombres. Pero claro, es que Conan es bárbaro.


Tampoco existen en esta obra de Nispel esas gracietas que tan bien quedan en las películas de acción de este tipo, y los personajes, por mucho 3D que tengan metido, son planos hasta la extenuación.


Por otra parte, se ha optado por un montaje demasiado picado, hasta el punto de costar sangre, sudor y lágrimas leer el fotograma al completo, y no digamos ya si contamos con unas gafas para visión tridimensional, cuyos cristales oscuros entorpecen más que ayudan.


Siendo, de todas formas, la segunda mitad menos mala que la primera, la película da la sensación de tener velocidad pero no conocer siquiera el significado de la palabra “ritmo”. ¿Cómo es posible que un montón de escenas de acción, explosiones, sangre y villanos saltando por los aires sea algo aburrido? Pues Nispel lo ha logrado, haciéndome emitir los más sonoros de mis bostezos, únicamente silenciados por los berridos que pegaba Conan el bárbaro cada diez segundos de metraje.


Es triste, pero la película no vale ni como peli palomitera. El vestuario y el maquillaje se pueden salvar de la quema, pero todo lo demás, a la hoguera con ello.

viernes, 19 de agosto de 2011

STYLISH BLOGGER AWARD




Me comunican Isak Borg, autor del blog El amor después de mediodía; y Rafa Morata, autor de Parcelas de cine y todo un experto en Fassbinder, que he sido premiado con un Stylish Blogger Award, un premio simbólico que pretende reconocer la calidad de los blogs así como dar a conocer a los demás blogueros, creando una red de blogs interconectados.

Debo, además, nominar yo a siete blogs y concederle el codiciado premio a uno (o varios) de ellos, para posteriormente pasar a contar siete anécdotas que me hayan ocurrido y que de alguna u otra forma estén relacionadas con el cine.

Antes de nada, sí me gustaría agradecer de corazón a Isak Borg y a Rafa Morata su decisión de premiar a Huele a palomitas, un pequeño habitáculo virtual que con el tiempo se va convirtiendo en una suerte de templo del gafapastismo audiovisual, y al que siempre estarán invitados para dejar sus comentarios e impresiones.

Sin más, paso a mencionar los siete blogs:

- El amor después de mediodía, por la pasión por el cine que transmite en cada una de sus líneas.

- Crítico de bolsillo, por su sinceridad y su afán por conocer.

- Misión de audaces, por ser uno de los que me inspiró para lanzarme yo también a escribir un blog.

- I’m Mr. Kaplan, por su originalidad y su diseño.

- Parcelas de cine, por su personalidad y su universo propio.

- Cinema Paradiso, por sus programas y su formato.

- El cine según TFV, por la cantidad de datos que alberga en sus páginas.

Y ahora, las siete anécdotas:



- Era una reposición de Bambi, a principios de los noventa, y creo que fue la primera película que mi hermano veía en el cine. El caso es que cuando la película iba a empezar y las luces se apagaron, mi hermano de dos años y pico, con su lógica aplastante, gritó: “¡No apaguéis las luces, que no vemos!”.

- Celebraba mi cumpleaños, y para ello fuimos al cine a ver El guerrero número trece. Uno de mis amigos se estaba meando, hasta el punto de no poder aguantar más, y para cuando consiguió salir del patio de butacas sorteando a duras penas las rodillas de los espectadores ya era demasiado tarde: se lo hizo encima. Lo peor es que en los pantalones llevaba un chicle que más tarde dio desinteresadamentre a otro chaval. No me quiero ni imaginar a qué sabía.

- Yo puedo decir que he visto a la Duquesa de Alba en el cine. Fue en los Yelmo de la plaza de Jacinto Benavente, en Madrid. La película era Última llamada.

- La entrevista que hice como trabajo para la facultad a Javier Ocaña, crítico de cine de El País, así como el curso impartido por él a cuyas clases acudí muy gustosamente.

- Ir andando por la Gran Manzana con mi madre y mis hermanos y cruzarnos con Peter Coyote. Juro que no estoy de coña, era él.

- No se me ocurre una sexta anécdota.

- La última anécdota no la puedo contar aquí, pero para que el personal se haga una idea, tiene que ver con novia y sala de cine vacía. La película era Paisito.


Gracias a todo aquél que ha invertido parte de su tiempo en leer algo de lo que hay publicado aquí. Gracias por enseñarme y por hacer que el cine me guste cada día más.


martes, 16 de agosto de 2011

BILLY ELLIOT, Stephen Daldry (2000) [7,2/10]

Stephen Daldry debutó en el cine con Billy Elliot, una preciosa historia escrita por Lee Hall acerca de aceptarse a uno mismo y a los de nuestro alrededor. El escenario, al igual que en muchos otros dramas sociales como Full Monty, vuelve a ser la Inglaterra de Tatcher, sacudida por sus políticas neoliberales y plagada de conflictividad social. En el condado de Durham, un chaval llamado Billy Elliot (Jaime Bell) no es demasiado hábil con los puños para dedicarse al boxeo, pero parece que, por el contrario, lo que sí se le da estupendamente es el ballet. En medio de la preocupación de su familia por el camino que ha decidido tomar el chico, Billy se esforzará día a día por llegar lejos haciendo lo que mejor sabe y, lo más importante, lo que más le gusta.


El hecho de que el hermano y el padre de Billy, ambos mineros de profesión, estén metidos en pleno conflicto laboral, invita al espectador a reflexionar hasta qué punto estaría uno dispuesto a defender sus principios y convicciones si está en juego la felicidad de nuestros seres queridos.


Como no podía ser de otra forma en una película que tiene la danza como trasfondo, la banda sonora de Billy Elliot está plagada de temazos que animan todos y cada uno de ellos a mover el esqueleto, y salir calle abajo, como hacía Billy, bailando y corriendo, disfrutando. Porque ese es otro de los pilares sobre los que se asienta Billy Elliot: la importancia de hacer con nuestra vida lo que nosotros queremos, y no permitir que sean los demás quienes la dirijan.

viernes, 12 de agosto de 2011

EL FUEGO FATUO, Louis Malle (1963) [7/10]



Una de las películas más importantes de la Nouvelle Vague, aquella corriente cinematográfica que, influida por el neorrealismo italiano, vino a darse a finales de la década de los 50’ en Francia y que acabó por extenderse por toda Europa en forma de los llamados “nuevos cines”; una de las películas más representativas de estas nuevas olas, decimos, es El fuego fatuo, de Louis Malle.
En ella el director dirige un acertado golpe al corazón de la sociedad burguesa de principios de los 60’, plagada de nuevos ricos etnocentristas y snobs ególatras. Nos encontramos ante el viaje que Alain Leroy (Maurice Ronet) realiza por su pasado, visitando a sus antiguos amigos, camaradas y ligues, todos ellos ya maduros y casi peinando canas, algo que él parece incapaz de hacer, madurar.
Uno de los aciertos de Malle a la hora de afrontar la realización de El fuego fatuo es su negativa a irlo explicando todo conforme los acontecimientos van teniendo lugar. Así, deja que sea el espectador el que, por su propio pie, decida entrar en el universo interior de Leroy, identificarse o no con él, y participar de la experiencia que el director le propone.
El fuego fatuo constituye una reflexión y una invitación al debate en torno al cambio generacional, cuando ya se deja de ser joven e idealista y uno se da de bruces contra el muro de la realidad y de la hipoteca a pagar. Y ya no quedan ahí ni los camaradas, ni los amores, ni los amigos. Solo la soledad.


lunes, 8 de agosto de 2011

FUNNY GAMES, Michael Haneke (1997) [9,5/10]

Funny Games, de Michael Haneke, es una de las películas que más me ha afectado desde que me llevo interesando por el cine. Mucha gente de mi entorno la conocía y me hablaban de ella, me enseñaron algunas escenas, y lo que definitivamente me atrapó de ella fue su frialdad a la hora de tratar un tema como el de la violencia.


Funny Games presenta a dos jóvenes que se meten en la casa de una familia más o menos acomodada y les torturan por diversión. Así, Michael Haneke hace lo que mejor sabe: hablar de violencia haciendo añicos la arquetípica familia occidental, poniendo especial atención al papel que los medios de comunicación desempeñan en su tratamiento, convirtiendo al ciudadano-espectador en una suerte de voyeur morboso que, aunque sea desagradable, no puede evitar mirar lo violento que ocurre ante sus ojos. Es ese pequeño y ligero placer que nos proporciona la violencia.


De nuevo, Haneke vuelve a dejar claro que esa película es suya, no sólo en el tema, que como ya decimos es muy habitual en él; sino también en su técnica a la hora de contar la historia; no sólo en el contenido, sino también en la forma. Planos largos, eternos, crudamente realistas son los que nos regala el director austriaco, generando una atmósfera opresiva y maloliente, desagradable en cualquier caso, pero morbosamente placentera. El espectador-voyeur es partícipe más que nunca de la acción que transcurre ante él.
Uno de los recursos que mejor le funcionan al director en esta película es el uso de los contrastes. ¿Cómo nos imaginamos nosotros a unos asaltantes de viviendas que torturan a sus inquilinos? Pues violentos, gritones, nerviosos, amenazadores, en definitiva, malos. ¿Pero qué ocurre en Funny Games? Ocurre que Paul y Peter son dos de las personas más educadas que jamás se hayan visto en una pantalla, y es eso lo que da verdadero pavor al espectador, que está asistiendo a una contradicción tan insalvable que todos sus esquemas interiores se descolocan, y se vuelve excesivamente vulnerable ante las imágenes que visiona, resultando Funny Games toda una tortura para aquellos que sienten y padecen por las injusticias sufridas por los demás. En este sentido, conviene fijarse en el inmediato inicio de la película: música clásica, ¿y a continuación? La paz y la tranquilidad que se respiraba bajo las notas de Haendel son rasgadas de arriba a abajo por la música endiablada de un grupo de punk costroso a más no poder. Ello supone una de las formas más elegantes y originales de introducir al espectador en lo que va a ver durante la próxima hora y media.


Funny Games es fría como el polo norte, no se permite el menor grado de humanidad. El director no muestra la menor empatía para con la familia, y eso nos duele, y a la vez hace de la película algo majestuoso. Incluso afecta más en un segundo visionado.

jueves, 4 de agosto de 2011

NI NOCHE CON MAUD, Éric Rohmer (1969) [4,5/10]

Mi noche con Maud, de Éric Rohmer, cuenta la historia de un hombre católico (Jean-Louis Trintignant) que pasa una noche con Maud (Françoise Fabian), una amiga de un amigo; quien le ayuda a reflexionar y a tomar un importante decisión en su vida.


Salta a la vista que la película está realizada por un buen director, conocedor del oficio, y que ha puesto todo su empeño en hacer algo bastante aceptable. La realización, la fotografía y en general la puesta en escena denotan calidad, por lo que la película puede gustar más o menos, pero ahí ya únicamente intervendría la subjetividad del espectador.


En mi caso, quizá esté loco, pero creo que esta obra de Rohmer, una de las más importantes de la Nouvelle vague, es un coñazo bastante importante y digno de tener en cuenta.
De acuerdo, puede que la importancia, la esencia de la película, resida en sus diálogos acerca de Pascal, el matrimonio y el catolicismo, pero, llámenme banal, para eso me leo un libro. El cine, antes que diálogos, es movimiento, es acción (aunque sea interior), y una película que únicamente muestra a dos personas divagando acerca de temas interesantísimos deja mucho que desear en ese sentido.


La película parece querer hacer hincapié en esa sensación que tienen los verdaderos enamorados de que su relación es la definitiva, que todas las anteriores ya no importan, porque ésta y sólo ésta es la verdadera. Es algo así lo que le pasa a Jean-Louis en su noche con Maud.