El olor de la papaya verde es una película vietnamita escrita y dirigida por Tran Anh Hung que en su día estuvo nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. El principal aliciente que encontré a la hora de decidir echarle un vistazo a la obra fue su origen, pues es Vietnam un país (de tantos otros) del que jamás he visto una sola película, pero en ningún momento pude imaginarme que ese mismo aliciente se convertiría, pasada una hora de metraje, en la única consolación que encontraría tras haber desperdiciado casi dos horas de mi tiempo. El saber que se ha visto una obra exótica desconocida para el gran público es algo que puede dejar un ligero buen sabor de boca, pero hay que decir que, por lo demás, la película es totalmente prescindible.
El olor de la papaya verde cuenta la historia de Mui (Man San Lu/Tran Nu Yên-Khê), una niña que trabaja como criada en la casa de una familia del Vietnam de principios de los 50’. El director nos obsequia con interesantes escenas en las que vemos la desigualdad existente entre la pobre chica y los hijos de la familia, permitiendo que nos hagamos ilusiones por sentir que estamos a punto de ver una historia de enfrentamiento entre clases sociales o algo por el estilo, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que la segunda parte de la película, de no ser por algún que otro agradable giro, roza el calificativo de “coñazo insufrible”, y llegados a determinado momento la historia acaba, sencillamente, por importarme un bledo.
La realización, a pesar de estar chafada de vez en cuando a causa de los estridentes sonidos de la banda sonora, puede disfrutarse; y la cámara, con planos relativamente largos que muestran escenas llenas de vida, denota cierta profesionalidad digna de reconocimiento en un director novel.
El autor parece tratar de hacer poesía, pero sólo se queda en un intento fallido, ya que demasiados cabos quedan sueltos y finalmente la papaya no huele absolutamente a nada.
El olor de la papaya verde cuenta la historia de Mui (Man San Lu/Tran Nu Yên-Khê), una niña que trabaja como criada en la casa de una familia del Vietnam de principios de los 50’. El director nos obsequia con interesantes escenas en las que vemos la desigualdad existente entre la pobre chica y los hijos de la familia, permitiendo que nos hagamos ilusiones por sentir que estamos a punto de ver una historia de enfrentamiento entre clases sociales o algo por el estilo, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que la segunda parte de la película, de no ser por algún que otro agradable giro, roza el calificativo de “coñazo insufrible”, y llegados a determinado momento la historia acaba, sencillamente, por importarme un bledo.
La realización, a pesar de estar chafada de vez en cuando a causa de los estridentes sonidos de la banda sonora, puede disfrutarse; y la cámara, con planos relativamente largos que muestran escenas llenas de vida, denota cierta profesionalidad digna de reconocimiento en un director novel.
El autor parece tratar de hacer poesía, pero sólo se queda en un intento fallido, ya que demasiados cabos quedan sueltos y finalmente la papaya no huele absolutamente a nada.
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