
Al día siguiente llega a la casa su primo (Paco Rabal), quien se siente atraído por Viridiana. Los pobres acogidos en la casa del tío de Viridiana aprovecharán un día que no hay nadie en casa para correrse una juerga padre, llegando incluso a intentar violar a la joven. Después de tan desafortunado acontecimiento, se llevan a los pobres, y Viridiana, triste por lo sucedido, se pone a jugar una nada inocente partida de Tute con su primo y con Ramona (Margarita Lozano), la criada.
Según explica el director Carlos Saura, Luis Buñuel una vez le comentó que los pobres no tenían por qué ser buenos. Su situación es límite, por lo que actúan movidos por pasiones más que por razones. Por eso Viridiana sufre un intento de violación, por eso el leproso al que Viridiana ayudó no hace nada, y por eso sí que lo hace después cuando le ofrecen dinero a cambio de hacerlo.
Como no podía ser de otra forma en Buñuel, Viridiana presenta algunos elementos surrealistas, como por ejemplo Fernando Rey poniéndose zapatos de tacón o esa escena, que da incluso cierto miedo, en la que Viridiana aparece vestida de novia con un candelabro. El contraste está claro, sabiendo que la joven es una monja únicamente casada con Dios.
Cuando se propuso rodar esta película, Buñuel fue muy criticado por algunos intelectuales exiliados por volver a España. Sea como fuere, la película tuvo que vérselas con la censura, porque eso de mostrar una corona de espinas ardiendo o una parodia de la última cena hecha con mendigos no lo hacía cualquiera. Por no hablar de ese trío tan bien camuflado bajo una partida de Tute, y esa frase final del primo de Viridiana interpretado magistralmente por Paco Rabal diciendo, no literalmente, “supe que tarde o temprano acabaría jugando al Tute con mi prima Viridiana”.
Disfruté más la película la primera vez que la ví. Da la sensación de que el doblaje empeora la interpretación de los actores.
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