jueves, 17 de junio de 2010

EL PADRINO, Francis Ford Coppola (1972) [9,5/10]

Si el cine fuese una religión esta película sería Dios. Si el cine fuese un Estado totalitario esta película sería el dictador. Si el cine fuese una familia esta película sería el padre. Y si el cine fuese lo que es, cine, esta película sería El Padrino.
El Padrino, basada en la novela homónima de Mario Puzo, no es sólo una película; El Padrino es filosofía de vida. Nadie puede morir sin haberse pasado tres horas frente al televisor sumergido en esta obra maestra de Francis Ford Coppola, no sólo su mejor película (lo cual es evidente), sino una de las mejores películas de toda la Historia del Cine, si no la mejor.
Recuerdo que, de pequeño, gente de mi entorno, tíos, abuelos y demás familiares, hablaban de esta película que “no era para mayores”, pero que era necesario que algún día viese, “cuando tengas edad para verla”. La ví hace cuatro años y me dejó alucinado, pero recientemente la he vuelto a ver y he tenido la oportunidad de disfrutarla muchísimo más.
En la Nueva York de los años 40’ un capo llamado Sollozzo (Al Lettieri) ofrece a la familia Corleone participar en el negocio de los narcóticos, a lo que Vito (Marlon Brando), el padre, se niega por no ser un negocio lo suficientemente limpio. Esto desemboca en una guerra entre familias que tiñe de rojo la ciudad, donde chantajes, traiciones y extorsiones se suceden dando forma a una de las historias más conmovedoras de todo el siglo XX.
El Padrino alberga en sus casi tres horas de metraje escenas que pasarán a la posteridad, como esa de don Corleone acariciando a su gato al inicio de la película, o esa en la que Carlo (Gianni Russo) “insulta a la inteligencia” de Michael (Al Pacino). Del mismo modo, nos topamos con diálogos que han quedado inmortalizados hasta el punto de haber pasado a formar parte de nuestro vocabulario habitual. Así, no es raro escuchar en nuestro quehacer diario cosas como “le haré una oferta que no podrá rechazar”, “no es nada personal; son los negocios”. También son destacables esas reflexiones del tipo “ten cerca a tus amigos, pero ten aún más cerca a tus enemigos”.
Al igual que en muchas otras películas que han sido tratadas en este blog, El Padrino muestra cómo funciona el mercado en estado puro. Se trata de acaparar mercado para que la competencia no nos desbanque, y si tenemos que cargarnos a la competencia pues nos la cargamos. Pero no será por nada personal, sino por negocios. De hecho, hay un momento en el que Clemenza (Richard Castellano), uno de mis personajes favoritos de la película, explica a Michael que eso de las guerras entre familias es algo que pasa cada cinco o seis años, es algo cíclico, como las crisis del capitalismo.
Con un reparto inmejorable, destaca, cómo no, evidentemente, Marlon Brando. Ni Al Pacino en Scarface, ni Robert de Niro en Los intocables de Elliot Ness; “El mafioso por excelencia” es él y ninguno otro, es Marlon Brando. Vito Corleone siempre será el Don.


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