En 2008 Darren Aronofsky dirigió El luchador, una historia acerca de un luchador profesional venido a menos llamado Randy “The Ram” Robinson (Mickey Rourke) que trata de recuperar la vida de persona normal que dejó atrás para subirse al ring de la fama y el éxito. Es una muy bonita película, más minimalista y sencilla que Cisne negro, pero que, a mí por lo menos, me ha llegado más al fondo.
Lo cierto es que en la realización es casi igual que el último filme de Aronofsky (de hecho lamento sobremanera no haber visto antes ésta que Cisne negro), y los planos semisubjetivos tomados desde la nuca y con cortes innecesarios entre medias vuelven a repetirse.
Con un ya habitual tono amargo, desesperanzador y triste, Aronofsky vuelve a hablar del éxito y el fracaso, y de su relación con la soledad y la fama, objetivo que en gran parte viene logrado por la nada desdeñable interpretación de Mickey Rourke. El luchador reflexiona en torno al cambio personal, hasta qué punto se está a tiempo de llevarlo a cabo o ya, sencillamente, es tarde para intentar cambiar nada y hay que aceptarse como lo que uno es. Una buena película que, aunque no supera el que considero el mejor trabajo de Aronofsky: Réquiem por un sueño, no deja indiferente y consigue mantenerte pensando en ella tiempo después de haberla visto.
Lo cierto es que en la realización es casi igual que el último filme de Aronofsky (de hecho lamento sobremanera no haber visto antes ésta que Cisne negro), y los planos semisubjetivos tomados desde la nuca y con cortes innecesarios entre medias vuelven a repetirse.
Con un ya habitual tono amargo, desesperanzador y triste, Aronofsky vuelve a hablar del éxito y el fracaso, y de su relación con la soledad y la fama, objetivo que en gran parte viene logrado por la nada desdeñable interpretación de Mickey Rourke. El luchador reflexiona en torno al cambio personal, hasta qué punto se está a tiempo de llevarlo a cabo o ya, sencillamente, es tarde para intentar cambiar nada y hay que aceptarse como lo que uno es. Una buena película que, aunque no supera el que considero el mejor trabajo de Aronofsky: Réquiem por un sueño, no deja indiferente y consigue mantenerte pensando en ella tiempo después de haberla visto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario