Tras la valorada Kick-Ass, Matthew Vaughn vuelve a estrenar película, esta vez basándose en la archiconocida saga de cómics de Marvel X-Men. La película se desarrolla en el contexto de la Guerra Fría, en concreto durante la crisis de los misiles, posiblemente el periodo menos propicio para ponerse a hablar de tolerancia y de paz, de aceptar al diferente y de condenar el racismo en pro de la integración de culturas, todas ellas ideas en torno a las cuales gira X-Men: Primera generación.
La película se deja ver, es entretenida y uno no llega a tener la sensación de haber desperdiciado su tiempo, pero sí es cierto que, salvando la última parte, se tiene la sensación a lo largo de todo el metraje de que las escenas que se suceden ante nuestros ojos no terminan de explotar. Salvo algunas excepciones, seducen demasiado poco, y parece que, pudiendo aspirar a un notable o un sobresaliente, el director ha preferido conformarse con un cinco raspao, dejándonos con la miel en los labios.
Quizá mi completo desconocimiento de la historia de los X-Men me haya impedido disfrutar todo lo que la película de Vaughn prometía ofrecerme, pero sí puedo decir que, a pesar de ello, la de Magneto (Michael Fassbender) me ha parecido una de las historias más bonitas que he visto últimamente en la gran pantalla, y el personaje uno de los más sólidos y con más íntegros principios.
Por ponerle una última pega, criticaría el pestazo a panfleto anticomunista que la película posee, pero tratándose de una americanada destinada al consumo de la masa, podemos pasarlo por alto y sentarnos a disfrutar de una entretenida película de buenos y malos, engullendo palomitas como si lo fueran a prohibir.
La película se deja ver, es entretenida y uno no llega a tener la sensación de haber desperdiciado su tiempo, pero sí es cierto que, salvando la última parte, se tiene la sensación a lo largo de todo el metraje de que las escenas que se suceden ante nuestros ojos no terminan de explotar. Salvo algunas excepciones, seducen demasiado poco, y parece que, pudiendo aspirar a un notable o un sobresaliente, el director ha preferido conformarse con un cinco raspao, dejándonos con la miel en los labios.
Quizá mi completo desconocimiento de la historia de los X-Men me haya impedido disfrutar todo lo que la película de Vaughn prometía ofrecerme, pero sí puedo decir que, a pesar de ello, la de Magneto (Michael Fassbender) me ha parecido una de las historias más bonitas que he visto últimamente en la gran pantalla, y el personaje uno de los más sólidos y con más íntegros principios.
Por ponerle una última pega, criticaría el pestazo a panfleto anticomunista que la película posee, pero tratándose de una americanada destinada al consumo de la masa, podemos pasarlo por alto y sentarnos a disfrutar de una entretenida película de buenos y malos, engullendo palomitas como si lo fueran a prohibir.
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