Amenaza en la sombra, de Nicolas Roeg, es un thriller psicológico con elementos típicos del género de terror que cuenta la historia de un matrimonio que se ve golpeado por la pérdida de su hija, quien fallece accidentalmente.
Protagonizada por Donald Sutherland y Julie Christie, la película viene a hablarnos de lo que supone una pérdida tan cercana y cómo afecta a nuestra persona, psicológica y emocionalmente, llegando a obsesionarnos hasta conducirnos a la autodestrucción.
El director demuestra que sabe jugar muy bien con todos y cada uno de los elementos que aparecen en pantalla, desde el abrigo rojo de la niña hasta el brillante color de la sangre, pasando por otros elementos como el agua, los cristales o el acto de mirar, que igualmente están presentes adquiriendo importantes significados.
Otro de los puntos fuertes de la película es su montaje, especialmente en la escena de sexo (de las más eróticas y mejor rodadas que se recuerdan) y en las finales, que sirven al espectador de recordatorio para que intente hilar todos los acontecimientos que ha estado viendo. Algo que, en parte, puede tacharse de absurdo, porque parte del atractivo de Amenaza en la sombra, al igual que otras películas como Mulholland Drive, reside en que no se trata tanto de entender y saber explicar lógicamente lo que ha sucedido como de experimentar y sentir en nuestra piel las sensaciones que los personajes van teniendo.
Por sacarle algún fallo, diría que puede que Roeg se pasó demasiado explicando una y otra vez que, cada vez que ve agua, el protagonista se acuerda de su hija, pero al margen de eso, debe quedar claro que Amenaza en la sombra constituye una interesantísima película capaz de mantener la tensión en todo momento, sin dejarlo decaer un solo instante.
Protagonizada por Donald Sutherland y Julie Christie, la película viene a hablarnos de lo que supone una pérdida tan cercana y cómo afecta a nuestra persona, psicológica y emocionalmente, llegando a obsesionarnos hasta conducirnos a la autodestrucción.
El director demuestra que sabe jugar muy bien con todos y cada uno de los elementos que aparecen en pantalla, desde el abrigo rojo de la niña hasta el brillante color de la sangre, pasando por otros elementos como el agua, los cristales o el acto de mirar, que igualmente están presentes adquiriendo importantes significados.
Otro de los puntos fuertes de la película es su montaje, especialmente en la escena de sexo (de las más eróticas y mejor rodadas que se recuerdan) y en las finales, que sirven al espectador de recordatorio para que intente hilar todos los acontecimientos que ha estado viendo. Algo que, en parte, puede tacharse de absurdo, porque parte del atractivo de Amenaza en la sombra, al igual que otras películas como Mulholland Drive, reside en que no se trata tanto de entender y saber explicar lógicamente lo que ha sucedido como de experimentar y sentir en nuestra piel las sensaciones que los personajes van teniendo.
Por sacarle algún fallo, diría que puede que Roeg se pasó demasiado explicando una y otra vez que, cada vez que ve agua, el protagonista se acuerda de su hija, pero al margen de eso, debe quedar claro que Amenaza en la sombra constituye una interesantísima película capaz de mantener la tensión en todo momento, sin dejarlo decaer un solo instante.
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