domingo, 12 de diciembre de 2010

UNCLE BOONMEE RECUERDA SUS VIDAS PASADAS, Apichatpong Weerasethakul (2010) [5/10]

Se llevó la Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes y era una película tailandesa, país del cual, aparte de la comida que sirven en el Wok de la cadena VIPS (que se supone que es de allí), desconozco prácticamente todo, y por supuesto su cine. Así que cuando ví que proyectaban Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas (Apichatpong Weerasethakul, 2010) en los Renoir (ninguna otra sala en Madrid se la jugó a la hora de programar semejante tostón) allá que me fuí con mi novia, a quien, evidentemente, tuve no sólo que convencer sino también invitar para que aceptase venir conmigo a un film cuyo mejor calificativo es "lento de cojones". Pero lo cierto es que dicho adjetivo no le hace justicia, al menos por mi parte, puesto que soy el primero que lo flipa con Haneke y Angelopoulos haciendo de las suyas (hasta cierto punto, todo sea dicho). El problema de Uncle Boonmee... no reside en sus eternos planos, algunos de los cuales no pueden ser más bellos y con cuya resolución (cámara fija y que los actores actúen) yo mismo estoy de acuerdo, sino en la falta de una estructura narrativa y en la total ausencia de conflicto mínimamente identificable. La película no es aburrida, al menos no tanto como uno, como buen occidental colonizado por los valores yanquis, podría esperar de una producción tan exótica. Es sabido que, por lo general, las películas asiáticas poseen una naturaleza más contemplativa que lo que se hace en Occidente, y que no podemos acudir a ver un filme de estas características como quien va a ver a James Bond luchar contra el mal. Cuando uno se planta en una butaca de un cine en VOS (¿la película se ha doblado siquiera?) a ver Uncle Boonmee... sabe que va a ver una gafapastada monumental, y que por lo tanto debe estar preparado.
Weerasethakul nos presenta un cuento muy espiritual, demasiado, donde la naturaleza, el ser humano y las demás especies animales se conectan entre sí para dar lugar a la vida. La película muestra al tío Boonmee (Thanapat Saisaymar) en sus últimos días de vida, que ha ido a pasarlos a una casa de campo con su familia. Se presenta el choque entre lo artificial y lo natural, con una realización que en más de una ocasión deja mucho que desear (planos e incluso escenas enteras que no vienen a cuento y que por lo tanto sobran), y ante la cual al espectador no le queda otra más que tomárselo a risa.

La película posee una importante carga de surrealismo que no es baladí, y que, por qué no decirlo, en algunos momentos acojona. La interpretación de los actores, el hecho de que hablen como si se hubiesen fumado un porro, acompaña a ese ritmo tan pausado, de cuyo letargo únicamente salimos con las ya mencionadas dosis de surrealismo y con algún que otro diálogo con una pizca de gracia.

Estaré influido por la crítica, o quizá sea por temor a llevarle la contraria al jurado de Cannes, que de cine entienden más que yo, pero como ya digo la película no es tan insufrible como muchos dicen, se deja ver y hasta puede hacer reflexionar, pero que Weerasetakul no cuente conmigo para la próxima.



2 comentarios:

  1. Apichatpong será el nombre de mi tercer hijo, tras Semen y Mario. Este viernes te bajas eh?

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  2. "un film cuyo mejor calificativo es "lento de cojones""
    "la película no es tan insufrible como muchos dicen"

    ¿Por qué cambias de opinión según va avanzando la crítica?

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