viernes, 24 de diciembre de 2010

INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA CRUZADA, Steven Spielberg (1989) [7,5/10]

Hoy he vuelto a tener 9 años, he vuelto a estar frente a una pantalla dispuesto a correr trepidantes aventuras con Indi (Harrison Ford) en Indiana Jones y la última cruzada, tercera parte de la aclamadísima trilogía dirigida por Steven Spielberg.
El prólogo de la película ya constituye por sí mismo toda una lección de cine bien hecho, que nos devuelve al mejor Spielberg, al genuino Indiana Jones. Es una especie de tranquilizador, la forma que tiene el director de decirnos "calma, que aunque sea una secuela, sigo en plena forma y váis a seguir disfrutando", algo que por supuesto faltó en la cuarta.

El realizador demuestra ser todo un conocedor del lenguaje cinematográfico, siendo que La última cruzada resulta ser la mejor de la trilogía en cuanto a su realización. No obstante, y de esto se da cuenta uno cuando ve la película con un mayor grado de madurez, en la tercera parte de Indiana Jones Jeffrey Boam (que así se llama el guionista de la tercera entrega) ha sobrecargado la historia de gracietas que, aunque buenas, su excesivo número termina por molestar al espectador, aunque quizá ha influido en este sentido el hecho de tener El templo maldito (de mayor oscurantismo) más reciente, y esperarme por lo tanto otra cosa más seria.

Esta vez Indiana se las verá con los nazis en la búsqueda del Santo Grial, nada menos, y como novedad viene acompañado de su papá (Sean Connery). En el papel de "la chica" se encuentra Alison Doody, que da vida a la bellísima y seductora Dra. Elsa Schneider, y vuelven los amigos de Indi que ya conocimos en En busca del arca perdida, Marcus Brody (Denholm Elliott) y Sallah (John Rhys-Davies, que por cierto es el mismo que interpreta a Gimli en El señor de los anillos).

Con una serie de magistrales gags visuales importados de los dibujos animados y un espléndido sentido del humor que embadurna cada diálogo de la película, Spielberg y su equipo vuelve a portarse y hace lo que mejor sabe, obteniendo así una preciosa película que, aunque más floja que las otras dos, no decepciona en ningún momento y nos devuelve a uno de los personajes más entrañables de la historia del cine, el gran Indiana Jones.



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