lunes, 6 de diciembre de 2010

SEXO, MENTIRAS Y CINTAS DE VÍDEO, Steven Soderbergh (1989) [7/10]

En los ochenta, el cine independiente deja de concebirse como exclusivo de circuitos cerrados de arte y ensayo, y llega a lo comercial gracias a iniciativas como la de Robert Redford en el Festival de Sundance. Este festival supone un trampolín de nuevos directores y una escuela para futuros cineastas.
En 1989 aparece Steven Soderbergh con Sexo, mentiras y cintas de vídeo, que revoluciona el cine independiente y catapulta a la fama a su director, quien se lleva la Palma de Oro en Cannes.
Sexo, mentiras y cintas de vídeo cuenta la historia de un matrimonio no demasiado feliz en sus relaciones sexuales. Ann (Andie MacDowell), comprobando cómo su marido John (Peter Gallagher) pasa cada vez más de ella, acaba por mostrar cierta reticencia hacia el sexo, mientras que él, tratando de ansiar su apetito sexual, mantiene encuentros clandestinos y esporádicos con Cynthia (Laura San Giacomo), la hermana de Ann. Un día llegará a casa Graham (James Spader), un antiguo compañero de la universidad de John, que actuará como catalizador para la liberación de tensiones entre los tres personajes.
La primera hora de la película es realmente interesante, con un ritmo cuidado y unas actuaciones bastante correctas, donde cabría destacar la naturalidad de James Spader y la potente sexualidad que desprende Laura San Giacomo. Sólo por escuchar la voz tan excitantemente sensual de ésta merece la pena ver la película en versión original. El problema llega en la última media hora, cuando Soderbergh se pierde en un cúmulo de explicaciones que acaban por no explicar nada y por dejar al espectador con cara de haba.
Interesante debut de un director que, aún a día de hoy sigue sorprendiendo con títulos tan dispares como la comercial saga de Ocean's y la, por lo visto, godardiana The Girlfriend Experience.


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