La primera película de la trilogía que consolidaría a Krzystof Kieslowski como uno de los cineastas europeos más importantes es Tres colores: Azul, protagonizada por Juliette Binoche. Julie es una mujer que, tras la muerte de su marido y de su hija en un accidente de tráfico, trata de superarlo despojándose de todo lo material y espiritual que le ata.
Como ya decimos, se trata de la primera de una trilogía que pretende ser una especie de homenaje al país en el que el director polaco desarrolló gran parte de su trabajo. Así, cada película estaría asociada a un color de la bandera gala (azul, blanco y rojo) y a su vez a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que trajo la Revolución Francesa.
Lo cierto es que el filme no me ha logrado enganchar. La interpretación es correcta y la película no es aburrida, de hecho se me ha pasado rápido y todo, pero debe ser que aún no estoy hecho para apreciar el cine de Kieslowski, demasiado simbolista quizás.
Por supuesto, la música de Zbigniew Preisner es preciosa, y la fotografía de Idziak no puede ser mejor, otorgando al filme, como no podía ser de otra manera, un tono azul que va desde una habitación hasta una piscina pasando por una lámpara. Pero el caso es que no la he terminado de disfrutar, no me ha emocionado. Quizá porque el personaje interpretado por Binoche no me ha llegado a generar empatía, o porque no he terminado de entender por qué actúa así, o porque sencillamente me falta cultura y formación para entender este tipo de cine.
Azul es una película muy europea, incluso en su argumento se hace referencia al viejo continente y la unificación de sus países. A uno nunca le dejará de sorprender lo diferente que puede llegar a ser el cine a un lado y a otro del Atlántico. Es otro ritmo, es otra cosa. Es cine europeo.
Como ya decimos, se trata de la primera de una trilogía que pretende ser una especie de homenaje al país en el que el director polaco desarrolló gran parte de su trabajo. Así, cada película estaría asociada a un color de la bandera gala (azul, blanco y rojo) y a su vez a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que trajo la Revolución Francesa.
Lo cierto es que el filme no me ha logrado enganchar. La interpretación es correcta y la película no es aburrida, de hecho se me ha pasado rápido y todo, pero debe ser que aún no estoy hecho para apreciar el cine de Kieslowski, demasiado simbolista quizás.
Por supuesto, la música de Zbigniew Preisner es preciosa, y la fotografía de Idziak no puede ser mejor, otorgando al filme, como no podía ser de otra manera, un tono azul que va desde una habitación hasta una piscina pasando por una lámpara. Pero el caso es que no la he terminado de disfrutar, no me ha emocionado. Quizá porque el personaje interpretado por Binoche no me ha llegado a generar empatía, o porque no he terminado de entender por qué actúa así, o porque sencillamente me falta cultura y formación para entender este tipo de cine.
Azul es una película muy europea, incluso en su argumento se hace referencia al viejo continente y la unificación de sus países. A uno nunca le dejará de sorprender lo diferente que puede llegar a ser el cine a un lado y a otro del Atlántico. Es otro ritmo, es otra cosa. Es cine europeo.
A mi es una de la películas que más me gusta, junto con Rojo de la misma trilogía. Como a ti, me cuesta comprenderlas, creo que por la confusión se origina el tratar de buscar simbologías al uso con la dichosa bandera (libertad, igualdad, etc). La he visto un montón de veces y todavía le encuentro matices nuevos cada vez que la veo.
ResponderEliminarPara comprender el cine de Kieslowski, creo interesante conocer el Decálogo, centrarse en la figura del director y olvidarse de metáforas y simbolismos tradicionales.
que crítica mas pobre...
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