Dos niños se escapan de casa en busca de su desconocido padre, que según creen está en Alemania. A base de irse colando en los trenes que parten hacia Alemania, los dos niños emprenderán un viaje en el que vivirán trágicas experiencias.
Anteriormente ya se comentó en este blog otra película del mismo director: La mirada de Ulises. Siendo Paisaje en la niebla la segunda película que veo de Theo Angelopoulos encuentro entre una y otra cinta ciertas similitudes. Para empezar, ambas consisten en un viaje, el cual podrá ser explicado por los más entendidos en la filmografía del cineasta griego atendiendo a las connotaciones poéticas y simbolismos que tiene en tanto que viaje interior de los personajes. Si en La mirada de Ulises veíamos a A en busca de la primera mirada efectuada por los hermanos Manakis, en Paisaje en la niebla vemos a Voula y Alexandro en busca de ese padre al que no conocen. Y todo ello envuelto en una niebla escalofriante que, supongo, impregnará gran parte de la filmografía de Angelopoulos. Otra escena que me ha recordado al filme que posteriormente haría en el 95 es esa escena en la que un helicóptero saca una descomunal mano de una estatua. Es seguro que esta escena es el antecedente de lo que en La mirada de Ulises será ese despiece de la gigantesca estatua Lenin, cabeza del líder soviético incluida.
En el aspecto técnico volvemos a encontrar esos rasgos típicos que definen el cine de Theo Angelopoulos, como son los eternos planos secuencia (los cuales, por cierto, se acentuarán aún más en La mirada de Ulises) y los silencios que llegan, en ocasiones, a ponernos nerviosos. Cine muy contemplativo, demasiado para algunos, que nos remite a Tarkovski y, si me apuras, en algunas ocasiones a la Ordet de Dreyer. La música corre a cargo de la genial Eleni Karaindrou, quien volverá a colaborar con el director en La mirada de Ulises, y que contribuye necesariamente a lograr esa atmósfera de nostalgia y melancolía.
Pero no se puede dejar de comentar Paisaje en la niebla sin referirse a esa espectacular escena de violación tan escalofriante, aún sin mostrarnos nada el director. Y es que es precisamente eso lo que hace estremecedora a esa escena, el hecho de que tengamos que imaginarla, porque todo ocurre oculto a nuestros ojos, sin que lo podamos ver.
Desde luego, Theo Angelopoulos no es un cineasta cualquiera. Su cine no va dirigido a todos los públicos, no sólo en tanto que trata temas poco adecuados para los niños, sino que se requiere cierta formación en cuanto a literatura griega clásica se refiere, así como cierto conocimiento sobre la historia de Grecia, la cual es explorada por Angelopulos a lo largo de su filmografía.
Anteriormente ya se comentó en este blog otra película del mismo director: La mirada de Ulises. Siendo Paisaje en la niebla la segunda película que veo de Theo Angelopoulos encuentro entre una y otra cinta ciertas similitudes. Para empezar, ambas consisten en un viaje, el cual podrá ser explicado por los más entendidos en la filmografía del cineasta griego atendiendo a las connotaciones poéticas y simbolismos que tiene en tanto que viaje interior de los personajes. Si en La mirada de Ulises veíamos a A en busca de la primera mirada efectuada por los hermanos Manakis, en Paisaje en la niebla vemos a Voula y Alexandro en busca de ese padre al que no conocen. Y todo ello envuelto en una niebla escalofriante que, supongo, impregnará gran parte de la filmografía de Angelopoulos. Otra escena que me ha recordado al filme que posteriormente haría en el 95 es esa escena en la que un helicóptero saca una descomunal mano de una estatua. Es seguro que esta escena es el antecedente de lo que en La mirada de Ulises será ese despiece de la gigantesca estatua Lenin, cabeza del líder soviético incluida.
En el aspecto técnico volvemos a encontrar esos rasgos típicos que definen el cine de Theo Angelopoulos, como son los eternos planos secuencia (los cuales, por cierto, se acentuarán aún más en La mirada de Ulises) y los silencios que llegan, en ocasiones, a ponernos nerviosos. Cine muy contemplativo, demasiado para algunos, que nos remite a Tarkovski y, si me apuras, en algunas ocasiones a la Ordet de Dreyer. La música corre a cargo de la genial Eleni Karaindrou, quien volverá a colaborar con el director en La mirada de Ulises, y que contribuye necesariamente a lograr esa atmósfera de nostalgia y melancolía.
Pero no se puede dejar de comentar Paisaje en la niebla sin referirse a esa espectacular escena de violación tan escalofriante, aún sin mostrarnos nada el director. Y es que es precisamente eso lo que hace estremecedora a esa escena, el hecho de que tengamos que imaginarla, porque todo ocurre oculto a nuestros ojos, sin que lo podamos ver.
Desde luego, Theo Angelopoulos no es un cineasta cualquiera. Su cine no va dirigido a todos los públicos, no sólo en tanto que trata temas poco adecuados para los niños, sino que se requiere cierta formación en cuanto a literatura griega clásica se refiere, así como cierto conocimiento sobre la historia de Grecia, la cual es explorada por Angelopulos a lo largo de su filmografía.
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