La apuesta de Canadá para los Óscar de este año no era en absoluto moco de pavo. Incendies, dirigida por Denis Villeneuve y basada en la obra teatral de Wajdi Mouawad, es una película potente y, desde luego, una de las más interesantes que nos ha traído este 2010.
Al igual que hiciera Costa-Gavras en su aclamadísima Z, la historia de Incendies se desarrolla en una ciudad y un país de los que no se especifica el nombre, aunque en el caso de la canadiense se intuye que se trata de Líbano. Dos gemelos, Simon (Maxim Gaudette) y Jeanne (Mélissa Désormeaux-Poulin), tras leer el testamento de su madre, Nawal Marwan (Lubna Azabal), deberán entregar una última carta que ésta le envía a su padre, a quien creían muerto; y a su hermano, del que desconocían su existencia.
Se desencadena a partir de esta premisa una sorprendente historia cargada de mitología griega acerca del amor, pero también acerca del odio, y de cómo éste se transmite de generación en generación, en gran parte motivado por la religión, dando lugar a terribles guerras y estableciendo las líneas maestras según las cuales el mundo se explica a sí mismo.
Lo primero que llama la atención en este filme de Villeneuve es su estructura narrativa, parece ser que respetando la obra teatral original y denotando un elaborado trabajo de montaje, cuyo desconcierto inicial viene acentuado por el parecido entre las dos actrices principales.
Incendies engancha, y logra dejar al espectador en su sitio y boquiabierto, ya sea a través de escenas que quedarán marcadas a hierro en nuestra retina, ya sea mediante efectivos, que no efectistas, giros de guión que demuestran el buen hacer de Villeneuve, co-guionista del film.
Al igual que hiciera Costa-Gavras en su aclamadísima Z, la historia de Incendies se desarrolla en una ciudad y un país de los que no se especifica el nombre, aunque en el caso de la canadiense se intuye que se trata de Líbano. Dos gemelos, Simon (Maxim Gaudette) y Jeanne (Mélissa Désormeaux-Poulin), tras leer el testamento de su madre, Nawal Marwan (Lubna Azabal), deberán entregar una última carta que ésta le envía a su padre, a quien creían muerto; y a su hermano, del que desconocían su existencia.
Se desencadena a partir de esta premisa una sorprendente historia cargada de mitología griega acerca del amor, pero también acerca del odio, y de cómo éste se transmite de generación en generación, en gran parte motivado por la religión, dando lugar a terribles guerras y estableciendo las líneas maestras según las cuales el mundo se explica a sí mismo.
Lo primero que llama la atención en este filme de Villeneuve es su estructura narrativa, parece ser que respetando la obra teatral original y denotando un elaborado trabajo de montaje, cuyo desconcierto inicial viene acentuado por el parecido entre las dos actrices principales.
Incendies engancha, y logra dejar al espectador en su sitio y boquiabierto, ya sea a través de escenas que quedarán marcadas a hierro en nuestra retina, ya sea mediante efectivos, que no efectistas, giros de guión que demuestran el buen hacer de Villeneuve, co-guionista del film.
Por tanto, habiéndome dejado seducir por la apuesta visual tan realista que constituye Incendies y vivido toda una experiencia frente a la gran pantalla gracias a sus imágenes, no puedo sino empezar a tachar en mi calendario los días que faltan para el estreno de En un mundo mejor, de Susanne Bier, la cual, en competición contra esta de Villeneuve, fue la que se hizo finalmente con el Óscar a la Mejor Película de habla no inglesa. Claro que también fue la sobrevalorada El discurso del rey, y no Origen o La red social, quien quedó como gran vencedora de la noche, por lo que uno ya no sabe a qué atenerse.
Descubro tu blog. Enhorabuena´. Un saludo cinéfilo
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