Una de las obras más interesantes que nos ha brindado el cine español es El cochecito, dirigida por Marco Ferreri y escrita por el siempre magistral Rafael Azcona basándose en su propia novela. El cochecito cuenta la historia de Anselmo (José Isbert), un viejecito encaprichado con comprarse un vehículo para discapacitados como el que tiene su amigo Lucas, razón por la cual se encuentra con la firme oposición de su familia, especialmente la de su hijo Carlos (Pedro Porcel).
El cochecito es una bella película que focaliza la mirada en la vejez, lo cual sirve a sus creadores como excusa para, tal y como siempre supo hacer bien Azcona, realizar un somero análisis de la sociedad española de principios de los 60’, resaltando hasta el esperpento todos y cada uno de sus defectos: la hipocresía, el cinismo, el egoísmo, la preocupación por el qué dirán, la insolidaridad, etc. Aunque de todos es sabido que los ataques más furibundos de Azcona a aquella España se profirieron gracias al combo que formó con el valenciano Luis García Berlanga en obras como Plácido o El verdugo, lo cierto es que esta cinta dirigida por Ferreri tampoco se queda corta cuando de poner a esa sociedad tan pícara de vuelta y media se trata.
Así, Azona y Ferreri nos muestran a través de una comedia amarga la cara más fea de aquella sociedad de espíritu tan empobrecido, discapacitada social y culturalmente, en la que los papeles se invertían y los viejos pasaban de ser hombres sabios a ser niños caprichosos, siendo tratados como tales por sus propios hijos.
De estética neorrealista, El cochecito se asemeja al maestro Berlanga en su realización, mediante la cual el director nos deleita con planos de larga duración en los que los personajes se construyen a sí mismos con una solidez propia de grandes profesionales de la interpretación.
El cochecito es una bella película que focaliza la mirada en la vejez, lo cual sirve a sus creadores como excusa para, tal y como siempre supo hacer bien Azcona, realizar un somero análisis de la sociedad española de principios de los 60’, resaltando hasta el esperpento todos y cada uno de sus defectos: la hipocresía, el cinismo, el egoísmo, la preocupación por el qué dirán, la insolidaridad, etc. Aunque de todos es sabido que los ataques más furibundos de Azcona a aquella España se profirieron gracias al combo que formó con el valenciano Luis García Berlanga en obras como Plácido o El verdugo, lo cierto es que esta cinta dirigida por Ferreri tampoco se queda corta cuando de poner a esa sociedad tan pícara de vuelta y media se trata.
Así, Azona y Ferreri nos muestran a través de una comedia amarga la cara más fea de aquella sociedad de espíritu tan empobrecido, discapacitada social y culturalmente, en la que los papeles se invertían y los viejos pasaban de ser hombres sabios a ser niños caprichosos, siendo tratados como tales por sus propios hijos.
De estética neorrealista, El cochecito se asemeja al maestro Berlanga en su realización, mediante la cual el director nos deleita con planos de larga duración en los que los personajes se construyen a sí mismos con una solidez propia de grandes profesionales de la interpretación.
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