En 1996 el peculiar director danés Lars von Trier sorprendió en el Festival de Cannes con su obra Rompiendo las olas, en la que desarrolla algunos de los mandamientos del Dogma 95, movimiento cinematográfico creado por él mismo junto con otros directores daneses.
Rompiendo las olas se desarrolla en un pueblo puritano, ultraconservador y machista de la Escocia de los años 70’, donde tiene lugar una boda entre Bess (Emily Watson), una lugareña del pueblo, y Jan (Stellan Skarsgård), un “extraño”, trabajador de una plataforma pretolífera. El amor que Bess siente por Jan es enfermizo, y el estado de salud de la joven empeorará cuando Jan se tenga que ir a la plataforma petrolífera a continuar con su trabajo tras la luna de miel. Una noche, mientras trabaja, Jan sufre un accidente que le deja tetrapléjico, lo cual complica las cosas entre él y Bess, pues a partir de ahora el sexo en la pareja será forzosamente inexistente. Es entonces cuando Jan le dice a Bess que lo que deberá hacer es mantener relaciones sexuales con otros hombres y después ir a la cama de hospital en la que Jan está postrado para contárselas con todo detalle, lo que excitará a Jan, y será como si las hubiesen mantenido ellos mismos.
Rompiendo las olas es una película preciosa donde la expresión “amar con locura” se hace patente en la persona de Bess, quien está dispuesta a hacer lo que sea por su marido. En ella vemos entrega y sacrificio, y también una curiosa y cercana relación con Dios, lo que nos lleva a sentir asco hacia los hombres del pueblo, que son capaces de mandarla al infierno, aún cuando ella alberga más bondad y mantiene un contacto con Dios más intenso que todos los habitantes del pueblo juntos.
En cuanto a la petición de Jan. ¿Es un canalla por pedirle a su mujer lo que le pide? Sinceramente, si yo fuese él, tampoco quisiera privar a mi mujer del placer sexual, por lo que en este sentido puedo entender su decisión. Además, él no se puede imaginar que lo que Bess va a encontrar en el sexo con otros hombres no es placer, precisamente. No obstante, sí es cierto que en más de una ocasión sentimos que Jan es un sinvergüenza, lo que viene reforzado por las opiniones al respecto del Dr. Richardson (Adrian Rawlins) y Dodó (Katrin Cartlidge), cuñada de Bess.
Llamativo también, por cierto, el guiño que Lars von Trier hace enterrando a su futuro director de fotografía en Dogville (2003), Manderlay (2005) y Anticristo (2009): Anthony Dod Mantle. Y al final, suenan las campanas.
Si, preciosa, pero a mi la protagonista me dió un poco de mal rollo en algunas escenas...
ResponderEliminarCreo que debieras corregir que Dodo era hermana de Bess, era su CUÑADA, esposa del fallecido hermano de Bess.
ResponderEliminarTienes razón ;). No sé cómo se me ha podido escapar eso.
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar el blog!