jueves, 1 de septiembre de 2011

BIG FISH, Tim Burton (2003) [9,2/10]


Uno de los aspectos que más valoro en un director de cine es que, con sólo ver un fotograma de alguna de sus películas, reconozca su autoría. Esto pasa, por ejemplo, con Bergman, aunque directores más actuales como Tarantino también se han creado su universo propio y se han hecho dueños de un estilo que es inconfundiblemente suyo y solo suyo. Otro de esos directores con universo propio, el cual puede gustar más o menos pero es único, es Tim Burton, caracterizado por una triste tendencia hacia lo oscuro y tétrico claramente influenciada por el Expresionismo Alemán. A mí, personalmente, el universo que me propone Burton no termina de engancharme, pero el otro día ví por primera vez Big Fish y casi tuve que contener alguna lagrimilla.

Supongo que no estaré diciendo ninguna locura si digo que es la mejor película que ha hecho Tim Burton en su vida, porque Big Fish me ha conmovido sobremanera. La historia nos sitúa ante un hombre (Albert Finney) al borde de su muerte y el hartazgo que siente su hijo (Billy Crudup) a causa de la puñetera manía de su padre de estar continuamente contando historietas y su aparente incapacidad para distinguir la realidad de la ficción.

Así, Tim Burton nos propone una preciosa película acerca del arte de contar historias y de la importancia que éstas tienen en nuestras vidas, del hambre de ficción que padece el ser humano y de la inmortalidad que adquiere aquello de lo que siempre se está hablando. Con un guión de John August basado en una novela de Daniel Wallace, Tim Burton rompe una lanza en favor de la fantasía como instrumento para hacer de nuestra vida algo bello y digno de ser vivido.

La realización de Big Fish es fácil, apta para todos los públicos y, como señalábamos más arriba, con una atmósfera firmada por Burton en la que cabría destacar la genial separación que Philippe Rousselot, el director de fotografía, consigue entre el mundo real y las historietas a modo de flashbacks que cuenta el personaje interpretado por Albert Finney, las cuales se acercan a lo onírico.

Pero lo más bonito de Big Fish es su frescura y la alegría que transmite. Big Fish da la sensación de haber sido realizada en total libertad, haciendo el director lo que verdaderamente quería hacer y diciendo exactamente lo que quería decir.


2 comentarios:

  1. Provoca volver a verla. La que si no he visto es "El cadáver de la novia", es un pendiente.

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  2. Yo también la tengo pendiente. Y la de Big Fish, ya te digo, me pareció increíble, de las que más me ha conmovido.

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