En 1952 Ernesto Guevara (Gael García Bernal) y su amigo Manuel Granado (Rodrigo de la Serna) inician un viaje desde su Argentina natal a lo largo de toda América Latina, que les llevará a conocerse mejor a sí mismos y a su pueblo, que es el latinoamericano entero.
Diarios de motocicleta, de Walter Salles, es una preciosa road movie donde se explora la génesis de los ideales del Che Guevara. Asistimos a la toma de conciencia del futuro guerrillero, la desigualdad que contempla ante sus ojos, y su negación a aceptar ese orden social tal y como viene dado.
Más de una vez se ha dicho del Che que en él podría incluso rastrearse la figura de Jesús de Nazaret, en tanto su proximidad a los pobres y oprimidos es más que clara, y la forma con la que Salles nos lo cuenta no puede sino hacernos apretar el puño y levantarlo.
Una de las elecciones más acertadas por parte del realizador a la hora de hacer Diarios de motocicleta es la de rodar muchas de sus escenas cámara al hombro, acercándonos todavía más al sentir de los dos amigos viajeros, a sus caídas de la moto, a sus penurias en el desierto y su fatiga en la nieve. Del mismo modo, esos planos fijos de cada una de las personas que Ernesto y Manuel se han ido encontrando a lo largo de su viaje denotan, además de una original planificación, un posicionamiento por parte del director que es de agradecer.
Con el acompañamiento del inmejorable Gustavo Santaolalla y los preciosos paisajes mostrados por la cámara que nos invitan a agarrar el macuto y salir a conocer el mundo, Diarios de motocicleta constituye un emocionante film donde tienen cabida los elementos más románticos y dramáticos, pasando también por los más cómicos. Preciosa.
Diarios de motocicleta, de Walter Salles, es una preciosa road movie donde se explora la génesis de los ideales del Che Guevara. Asistimos a la toma de conciencia del futuro guerrillero, la desigualdad que contempla ante sus ojos, y su negación a aceptar ese orden social tal y como viene dado.
Más de una vez se ha dicho del Che que en él podría incluso rastrearse la figura de Jesús de Nazaret, en tanto su proximidad a los pobres y oprimidos es más que clara, y la forma con la que Salles nos lo cuenta no puede sino hacernos apretar el puño y levantarlo.
Una de las elecciones más acertadas por parte del realizador a la hora de hacer Diarios de motocicleta es la de rodar muchas de sus escenas cámara al hombro, acercándonos todavía más al sentir de los dos amigos viajeros, a sus caídas de la moto, a sus penurias en el desierto y su fatiga en la nieve. Del mismo modo, esos planos fijos de cada una de las personas que Ernesto y Manuel se han ido encontrando a lo largo de su viaje denotan, además de una original planificación, un posicionamiento por parte del director que es de agradecer.
Con el acompañamiento del inmejorable Gustavo Santaolalla y los preciosos paisajes mostrados por la cámara que nos invitan a agarrar el macuto y salir a conocer el mundo, Diarios de motocicleta constituye un emocionante film donde tienen cabida los elementos más románticos y dramáticos, pasando también por los más cómicos. Preciosa.
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